El jefe de Gabinete, Guillermo Francos, concurrió al Senado para hablar con los bloques dialoguistas sobre las leyes que el Gobierno quiere aprobar durante el período de sesiones extraordinarias, que concluirán el 21 de febrero próximo, y le dio a la vicepresidenta Victoria Villarruel la posibilidad de oficiar de anfitriona de las discusiones políticas en la Cámara alta.
La jugada fue leída en algunos despachos del Senado como un gesto de distensión en la dura interna que Javier Milei, su hermana y secretaria General de la Presidencia, Karina Milei, y el asesor Santiago Caputo mantienen con la vicepresidenta desde hace varios meses, con críticas y desautorizaciones públicas a los movimientos políticos de Villarruel.
Consultado por la prensa antes de ingresar al palacio legislativo, el jefe de Gabinete intentó quitarle dramatismo a las interpretaciones políticas de su visita al Senado. “No, ni una mejora ni una desmejora; creo que ella cumple un rol institucional y yo vengo al Senado a conversar con senadores, así que me voy a reunir con ella y con senadores”, respondió Francos ante una consulta acerca de si la participación de Villarruel en el encuentro que iba a sostener con legisladores de la oposición dialoguista implicaba una mejora en la relación de la Casa Rosada con la vicepresidenta.
Villarruel y Francos sostuvieron un breve encuentro a solas previo a la reunión con los legisladores, según confiaron voceros del Senado. Fue una reunión protocolar que duró unos pocos minutos y de la que no trascendieron detalles sobre lo que hablaron ambos dirigentes oficialistas.
Sin embargo, no faltó la otra cara de la moneda. “¿Será que Francos fue al Senado porque no querían que Villarruel pisara la Casa Rosada?”, deslizaron, con malicia, desde un despacho oficialista, mostrando una interpretación alternativa a la visita de Francos al Senado.
Por lo pronto, la reunión de esta tarde implicó un giro de 180 grados en las negociaciones políticas del Gobierno por el temario habilitado para las sesiones extraordinarias. Este martes, los diputados debieron movilizarse a Casa Rosada para reunirse con el Jefe de Gabinete a pesar de los reclamos del peronista Miguel Pichetto, que preside el interbloque Encuentro Federal, que se negó a asistir argumentando que las conversaciones debían realizarse en el Congreso y no la sede del Poder Ejecutivo.
Con Milei y su hermana de viaje en el exterior, concurrieron a la asunción de Donald Trump como presidente de los Estados Unidos y ahora participan del Foro de Davos, en Suiza, la Casa Rosada se ha convertido en territorio de Caputo, declarado archienemigo de Villarruel desde sus cuentas fantasmas de la red social X.
El último cortocircuito público de Milei con su vicepresidenta fue a principios de año, por las dietas de los senadores. En respuesta al acoso de cuentas adictas al Gobierno ante la posibilidad de que los senadores volvieran a tener un aumento en sus ingresos, Villarruel les salió al cruce en su cuenta de Instagram.
“Yo gano mucho menos que ellos y que los diputados, y mi sueldo está congelado hace un año. En breve me pagan dos chirolas y soy vice”, afirmó Villarruel, en lo que se leyó como una crítica a la decisión de Milei de no actualizar los sueldos de los funcionarios del Poder Ejecutivo.
La respuesta de Milei no se hizo esperar. “Es gente desconectada de la realidad y es el mundo en el que ella vive”, afirmó el jefe del Estado en un reportaje radial que brindó poco tiempo después del pronunciamiento de su vicepresidenta.
La pelea de Villarruel con la Casa Rosada mantiene en vilo a casi todas las bancadas del Senado de cara al próximo 24 de febrero, fecha que el Reglamento establece en el que se deberá renovar la mesa de conducción de la Cámara alta. En particular, las expectativas están puestas en las secretarías Administrativa y Parlamentaria, cargos clave en el manejo del Senado. Los rumores de que Caputo aprovecharía la ocasión para asestarle un nuevo golpe político a Villarruel, están a la orden del día.