Desde su último discurso en Davos, el presidente Javier Milei generó “desinformación” al hablar sin conocimiento no datos precisos de temas delicados como el abuso infantil y alimentó prejuicios al relacionar la homosexualidad con la pedofilia.
Esas son dos de las conclusiones a las que llegaron varias expertas en violencia contra las infancias consultadas por LA NACION. Las especialistas fundaron sus afirmaciones en varios informes de Unicef, la agencia de Naciones Unidas que trabaja para garantizar el cumplimiento de los derechos de los niños, niñas y adolescentes.
¿Qué dijo Milei?
Durante su discurso en el Foro Económico Mundial, dijo esto: “Desde estos foros se promueve la agenda LGBT queriendo imponernos que las mujeres son hombres y los hombres son mujeres sólo si así se autoperciben… Sin ir más lejos, hace pocas semanas fue noticia en todo el mundo el caso de dos americanos homosexuales que, enarbolando la bandera de la diversidad sexual, fueron condenados a cien años de prisión por abusar y filmar a sus hijos adoptivos durante más de dos años. Quiero ser claro que cuando digo abusos no es un eufemismo, porque en sus versiones más extremas la ideología de género constituye lisa y llanamente abuso infantil. Son pedófilos, por lo tanto, quiero saber quién avala esos comportamientos”.
Esas palabras, replicadas en todos los medios nacionales y del mundo, son preocupantes porque desinforman y perjudican tanto la prevención de abusos contra la infancia como a sus víctimas porque pueden “invisibilizar a los verdaderos agresores”, apuntan las especialistas consultadas por LA NACION.
¿Quiénes lo desmintieron?
“No existe una manera de saber, a partir del tipo de personalidad o la conducta social, si una persona es o no un agresor sexual de niños, niñas y adolescentes. Pueden ser personas exitosas, médicos, psicólogos, abogados, docentes, líderes religiosos y juveniles como los guías estudiantiles que realizan viajes de egresados o los entrenadores deportivos. Los agresores sexuales circulan disimulados en el entorno familiar y social. Las estadísticas indican que la mayoría de los abusadores son varones heterosexuales adaptados socialmente”, señala un estudio de Unicef.
La autora de ese informe es la psiquiatría infantojuvenil Virginia Berlinerblau, quien durante varias décadas fue médica forense de la Justicia Nacional. “Este tipo de creencias, como pueden ser las que se depositan sobre las personas homosexuales, y subrayo que son creencias que puede pensar un grupo que no está informado, propician la perpetuación de estereotipos o chivos expiatorios”, explica Berlinerblau.
“Entonces, esas creencias producen ignorancia y encubren la realidad al generar una mayor desprotección de los chicos porque esos estereotipos invisibilizan a los verdaderos agresores”, enfatiza quien desde 1993 y hasta el año pasado fue integrante del Cuerpo Médico Forense y tiene una extensa experiencia en la investigación de casos de miles de niños y niñas que sufrieron abusos. La especialista sigue: “Las estadísticas indican que la mayoría de los abusadores son varones heterosexuales adaptados socialmente. Son personas, en general, agradables con los niños, porque esa es su forma de manipularlos y mostrarse al mundo”.
¿Qué dicen los datos?
“Los análisis e investigaciones realizadas en base a los relatos de sobrevivientes vinculan que el 89% de los casos de abuso sexual infantil son cometidos por varones heterosexuales en contextos familiares o cercanos”, apunta Sonia Almada, psicoanalista fundadora y presidenta de la organización Aralma, que hace más de 28 años acompaña a víctimas de violencia sexual, y concluye: “Estos datos desmienten categóricamente cualquier vínculo entre la orientación sexual o identidad de género de los cuidadores y la prevalencia del abuso infantil”
La afirmación, explica Almada, está respaldada por datos internacionales provenientes de informes como “Rompamos el Silencio”, de Together for Girls, una organización que trabaja en más de 20 países para poner fin a la violencia contra los niños y los adolescentes. Los datos surgen de las exposiciones hechas en noviembre pasado durante la Primera Conferencia Ministerial Mundial para Poner Fin a la Violencia contra los Niños, que se hizo en Colombia, y incluyo la presentación de datos recopilados por la asociación en colaboración con la Organización Mundial de la Salud (OMS), la Universidad Estatal de Georgia, la Universidad Agrícola de China, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de Estados Unidos y la Universidad de Edimburgo.
¿Qué dicen los llamados a la 137?
De acuerdo a estadísticas de la línea nacional 137, donde se denuncian los casos de abuso contra las infancias, el 36,2% de los casos de violencia sexual contra niñas, niños y adolescentes sucedió en el hogar. En el 74% de los casos los agresores eran del entorno cercano de la víctima. El 81% de los agresores eran de género masculino y el 4% de género femenino. En el 56% fue un familiar de la niña, niño o adolescente.
“En todos los grupos etarios, el mayor porcentaje de niñas, niños y adolescentes víctimas de violencia sexual pertenece al género femenino, representando casi 4 veces más que el masculino”, explica a ese medio Paula Wachter, directora de Red por la Infancia y especialista internacional en violencia contra la infancia.
Para ejemplificar que no hay una relación directa entre la homosexualidad y los abusos, cita el siguiente dato oficial: “En todo 2021, por ejemplo, se registró desde el 137 un caso de un agresor transgénero, lo que no llega a representar el 0,1% de los casos. De un total de 4.344 víctimas, 1 agresor era trans, el resto: 81,1% hombres; 4,2% mujeres y en el 14,7% no se registró el sexo”.
Tal como indica Berlinerblau, para Almada el riesgo de que un mensaje como el que dio Milei en Davos no sea rotundamente desmentido es “perpetuar prejuicios y discursos de odio que no solo son falsos, sino peligrosos”. Y luego explica: “Asociar a las personas LGBTQ+ con la pedofilia no tiene ningún sustento científico y fomenta la discriminación y la violencia contra comunidades que ya enfrentan altos niveles de estigmatización”.
“Además, desvía el foco del verdadero problema: la violencia sexual infantil ocurre mayoritariamente en entornos de confianza, a manos de agresores que suelen ser figuras conocidas por las víctimas, varones heterosexuales en vínculos con mujeres que son sus esposas, hermanas, tías, abuelas, etcétera”, suma.
Almada explica que en Argentina no existen campañas de prevención de este delito; la legislación es inadecuada, así como la prescripción y la edad de consentimiento; no existe una policía especializada en atender estos crímenes; y la capacitación a los espacios que trabajan con infancias no se realiza.
“El ataque a la ESI, y a materiales cono la canción ”Hay secretos”, de Canticuenticos”, como herramienta de autocuidado, ha sido también un embate muy difícil, que demuestra la posición del Gobierno ante la violencia sexual: indolencia, reduccionismo y falta de conocimiento”, explica Almada.
Para la especialista, los organismos que deberían pronunciarse en este tema son la Defensoría de Niñas, Niños y Adolescentes de Argentina, junto con UNICEF y la OMS. “Tienen la responsabilidad de salir al cruce de estas afirmaciones con datos basados en evidencia científica. Además, es fundamental que organizaciones de la sociedad civil como Aralma, movimientos feministas y colectivos LGBTQ+ eleven su voz para combatir la desinformación y proteger los derechos de las infancias”.