Seis Naciones: Francia goleó a Escocia y baila al ritmo de Dupont, el mejor de todos

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Francia tiene muchas razones para soñar con el título del Seis Naciones, pero ninguna tan poderosa como la presencia de Antoine Dupont. El medio-scrum y capitán hizo valer su condición de mejor jugador del mundo y fue desequilibrante en la contundente victoria por 43-0 ante Gales en el estreno del certamen continental, donde también desplegó otras virtudes como el poderío del pack, la profundidad de su plantilla y la recuperación de Romain Ntamak.

Los franceses que poblaron el Stade de France regresaron a sus hogares con derecho a ilusionarse después de esta goleada. Por la actuación del equipo, en parte, pero más por la preeminencia de Dupont, que en su regreso al certamen luego de perderse la versión 2024 -se dedicó al seven y condujo a su país a la obtención de la medalla dorada en los Juegos Olímpicos de París- se lució con tres asistencias y varios pases de magia que dan cuenta del estado de gracia que atraviesa. Gales, en cambio, sin recursos técnicos ni respuestas anímicas evidenció estar cada vez más hundido en un pozo sin salida y sumó su 13ª derrota consecutiva.

El francés Louis Bielle-Biarrey y el galés Tom Rogers luchan por la pelota

La incógnita que rondaba en torno al partido inaugural del certamen de selecciones más antiguo del mundo no versaba sobre quién se alzaría victorioso, sino por cuánto. Hoy por hoy, Francia está entre los cuatro mejores del mundo, mientras que Gales atraviesa la crisis más profunda de su historia y hasta los equipos del Tier 2 le hacen frente. No hubo equivalencias. El dominio del equipo de Fabien Galthié fue absoluto, aun sin estridencias; los de Warren Gatland lucieron como un conjunto amateur, sin alma.

Quien quebró la monotonía que tiñó el primer cuarto de hora fue Dupont. Cada vez que tocaba la pelota parecía jugar a otra velocidad. Va en cámara lenta, pero nadie lo puede tocar. Corre de costado, incluso hacia atrás, y cuando parece que va a perder metros lanza al espacio a un compañero y cambia el sentido de la jugada. Conduce como un apertura, puesto que últimamente alterna con asiduidad. Amenaza siempre con atacar la base, lo que paraliza a la defensa; cuando ve el agujero, arma un descalabro.

Hasta el minuto 15 Francia lucía impreciso, propio del primer partido del año. Hasta que apareció Dupont y aceitó la máquina. Amagó hacia un costado, corrió hacia el otro paralelo a la línea de fondo y, cuando parecía que la jugada se diluía, sacó de la galera un kick cruzado con la precisión de un quarterback de la NFL, entre el defensor y la línea de touch, a las manos del wing Théo Attissogbe. Después del segundo try francés, Dupont vio una hendija en la base del ruck, quebró el tackle del segunda línea Daffyd Jenkins a pura potencia, quebró la cintura del fullback Liam Willams con un cambio de pase y, cuando parecía que lo tomaban entre dos, sacó un pase largo a la punta otra vez para Attissogbe, quien había debutado ante los Pumas en julio; flagrante pass-forward que el árbitro eligió ignorar, eso sí. En la última del primer tiempo, fue el otro wing, Louis Bielle-Biarrey, quien se nutrió de un pase larguísimo del 9 para apoyar sin oposición contra la bandera cuando los forwards insistían infructuosamente.

Abrazo francés, decepción escocesa, una contante en la noche

El primer tiempo terminó 28-0. A los 9 minutos del segundo, Galthié expuso su propia versión del bomb-squad: seis cambios en simultáneo, entre ellos la salida de Dupont. El partido ya estaba sentenciado. Hubo tiempo para otras tres conquistas que configuraron un marcador tan abultado como la diferencia que hubo entre ambos.

Además de la magia del 9, Francia sostiene la ilusión de reconquistar el título que en los últimos dos años, tras ganar en 2022, le robó Irlanda. Sin Ollivon por todo el certamen, sin Flament ni Cros por algunas semanas más, sin sus dos centros titulares por tiempo indefinido, plasmó la misma solvencia con que había cerrado 2024, con victorias ante All Blacks y los Pumas.

El regreso de Romain Ntamak al seleccionado después de 17 meses (se lesionó en la previa del Mundial) no tuvo el brillo que se esperaba. Incluso se empañó sobre el final con una expulsión por uno de esos tackles altos que la cámara lenta no perdona. Si hiciera falta, Ramos probó ser una alternativa de lujo para el puesto de 10, o el indócil Matthieu Jalibert, de regreso tras algunos problemas disciplinarios en noviembre.

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