Durante más de una década, la medición oficial de la inflación en Argentina se lleva a cabo mediante una canasta de bienes y servicios basada en hábitos de consumo de 2004 y 2005. Este desfase con la realidad de más de 20 años después generó distorsiones tanto en períodos de estabilidad como en etapas de fuerte aceleración de precios relativos, en especial cuando los componentes regulados -como las tarifas de servicios públicos, y también bienes y servicios privados- y el tipo de cambio quedaron rezagados artificialmente por decisiones políticas.
Un recálculo del Índice de Precios al Consumidor (IPC), sobre la base de las variaciones que informa mensualmente el Indec por grandes rubros, en base a la participación de cada sector que arrojó la última Encuesta Nacional de Gastos de los Hogares (ENGHo) noviembre de 2017 a noviembre 2018 -inclusive-, arrojó diferencias poco relevantes, con la medición vigente estructurada con la ENGHo 2004/05, ambas del Indec-
Pese a que hubo cambios notables entre esas dos referencias, el conjunto de los servicios públicos -electricidad, gas, agua, transporte y comunicaciones- y otros como alquileres, expensas y educación, sumó 8 puntos porcentuales, en tanto perdieron participación el presupuesto para alimentos, bebidas, prendas de vestir y equipamiento y mantenimiento del hogar, el efecto sobre la variación del índice general de precios no lo sería.
Con los nuevos ponderadores, en base a la ENGho 2017/18, y la base 100 en ese período, la variación acumulada del IPC entre 2019 y 2023 habría sido levemente inferior a la reportada. En cambio, para 2024, muestra un alza de casi seis puntos porcentuales mayor que la medición actual; y para los primeros tres meses de 2025, ambos métodos registran resultados equivalentes. De ahí que en el acumulado de ese período la brecha sería menor al tres por ciento.
Base de la polémica
La presentación del jefe de Gabinete, Guillermo Francos, ante la Cámara de Diputados el 16 de abril reavivó el debate sobre la necesidad de actualizar la metodología. Durante el informe de gestión, fue consultado por legisladores sobre la posibilidad de incorporar una canasta que refleje los cambios reales en los hábitos de consumo, lo que permitiría mejorar la precisión del IPC y su relación con el costo de vida.
Francos respondió que “el Ministerio de Economía informa que el Indec finalizó en marzo de 2025 todos los desarrollos técnicos y metodológicos del nuevo IPC, así como también las consultas y testeos técnicos del nuevo índice para su implementación”. Y agregó que “actualmente se encuentra a la espera de los avales institucionales para realizar la campaña de sensibilización y alfabetización del nuevo IPC”.
El Indec finalizó en marzo de 2025 todos los desarrollos técnicos y metodológicos del nuevo IPC, así como también las consultas y testeos técnicos del nuevo índice (Francos)
Uno de los principales cuestionamientos surgió en redes sociales, donde el diputado Martín Tetaz, de Juntos por el Cambio, escribió: “¿Cómo van a decir que si lo cambiamos van a decir que lo estamos haciendo para modificar el número de inflación, si el cálculo con los ponderadores nuevos da más inflación, no menos?”.
Dado que la fórmula de cálculo (Laspeyres) no se modifica -mantiene una canasta fija de gasto y solo compara su valor por la variación de los precios en el período que se tome como referencia-, lo que varía es el peso relativo de cada rubro dentro del consumo total.
De ahí que más relevante que el cambio de ponderadores para determinar el resultado de la inflación de un mes o año con el cambio, es el año base 100 que se elija, porque según recomendaciones de estadísticos internacionales debe tener la característica de ausencia de:
- movimientos bruscos de algunos precios relevantes de la economía,
- devaluación o cambio de régimen monetario y cambiario;
- regulación o liberación de precios; y
- año electoral, principalmente.
Aperturas vigentes
Desde 2017, el Indec adoptó la Clasificación del Consumo Individual por Finalidad (Coicop Argentina), que agrupa los bienes y servicios en 12 divisiones: alimentos y bebidas no alcohólicas; bebidas alcohólicas y tabaco; prendas de vestir y calzado; vivienda, agua, electricidad, gas y otros combustibles; equipamiento y mantenimiento del hogar; salud; transporte; comunicación; recreación y cultura; educación; restaurantes y hoteles; y bienes y servicios varios.
La comparación de los resultados que obtuvo el Indec del agregado de esos rubros con la canasta actual que fue 117,8% en 2024, con la nueva ponderación de la ENGHo 2017/18 hubiese arrojado, aproximadamente 123,5% -casi 6 puntos porcentuales más-, y en los primeros tres meses de 2025 fue similar: 8,6 por ciento.
Y si se toma el período entre extremos, de diciembre de 2019 a marzo de 2025, la brecha entre ambas mediciones fue de apenas 2,2%. Si valía $100.000 en 2019 ahora cuesta $453.400 con base 2004/05 y a $443.500 con la base 2017/18, que se prevé entrará en vigor en pocos meses. Una diferencia mínima, que podría ajustarse con los datos reales del desagregado de los 29 grandes subrubros, aunque se mantendría dentro de ese rango.
El nuevo IPC incorpora mejoras metodológicas y un mayor alcance estadístico: pasará de relevar 320.000 precios mensuales a 500.000, y de 16.700 a 24.000 informantes en todo el país. Esta ampliación permitirá capturar con mayor precisión las variaciones de precios y los cambios en el consumo, en un contexto de volatilidad como el actual, marcado por la suba del dólar oficial y la desactivación del cepo cambiario.
El nuevo IPC incorpora mejoras metodológicas y un mayor alcance estadístico: pasará de relevar 320.000 precios mensuales a 500.000, y de 16.700 a 24.000 informantes en todo el país
La implementación del nuevo índice aún no tiene fecha definida. Si bien los desarrollos técnicos finalizaron en marzo de 2025, la decisión política para avanzar depende de la aprobación formal del Ministerio de Economía.
Desde el Indec, su director Marco Lavagna había anticipado en septiembre de 2024 que el nuevo IPC estaba en su etapa final de pruebas.
Conclusión
El atraso en la actualización de la canasta del IPC y el efecto de los precios administrados distorsionaron durante años la medición de la inflación. El recálculo con datos más actuales muestra que, dependiendo del contexto y del año base que se determine sobre la base del promedio de los 12 meses previos -siempre fue así-, el índice pudo subestimar o sobrestimar la evolución de los precios.
La decisión de aplicar el nuevo IPC queda ahora en manos del Poder Ejecutivo, en un momento en que la credibilidad de las estadísticas oficiales vuelve a estar en debate.
Sin embargo, como resultado de la nueva base de gasto de los hogares -que ya tiene más de seis años-, y el efecto de algunos cambios derivados de los movimiento migratorios dentro de las fronteras que generó la crisis sanitaria de 2020, así como también de la aceleración de los cambios tecnológicos, es muy probable que se haya modificado en términos reales el valor de la canasta de consumo medio, y la participación de cada componente, aunque no necesariamente la variación mensual del índice general.