River ganó con contundencia mientras espera a un Mastantuono Galáctico

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Mastantuono fue marcado con celo en el Lumen Field stadium de Seattle (Photo by Pablo PORCIUNCULA / AFP)

River es un equipo con estrellas. Tiene un entrenador con estatua propia, jugadores campeones en Qatar y disfruta de los últimos partidos de la nueva joya del Real Madrid. Le sumó ese foco a su debut en el Mundial de Clubes. Los ojos del planeta ahora siguen a Mastantuono. Quieren ver cómo evoluciona su juego y de qué modo gestiona su cabeza. Parece maduro en su andar, sin desbordes en sus pocas declaraciones públicas, pero internamente debe sentir un cóctel de emociones. Tiene solo 17 años y en 10 días le cambió la vida. Apenas un año y medio después de debutar en Primera, su figura se unió a millones de dólares, récords y fotos trucadas con la camiseta del club más grande del mundo. El propio Gallardo, en la conferencia de prensa de presentación, puso al pibe por delante de todos y prefirió darle paz antes que dejar en evidencia su fastidio por perder en agosto a su pichón de crack.

Los compañeros más grandes también buscaron contenerlo en el vestuario. En la cancha resultó más sencillo: lo respaldaron a Mastantuono sin darse cuenta. El equipo necesitaba de la mejor versión del 10 que juega con la 30, aunque esta vez no pudo ser el conductor desde la derecha. En los primeros minutos le costó imponerse en el duelo con su lateral. Y sus mejores jugadas, unas pocas intervenciones, llegaron al final, con un cabezazo en el área que se fue cerca del palo y con un pase sin tocarla. El facilismo puede tentar a pensar que la transferencia acorraló su talento, aunque a su edad es lógico que tenga oscilaciones en su juego. Lo positivo fue que su partido terrenal River lo maquilló con contundencia. Y ahí los japoneses fueron cómplices…

El Urawa Red Diamonds avala la mirada general sobre los equipos de su país. Rápidos, con respuesta física los 90 minutos, con buena intención con la pelota cuando salen en velocidad y exceso de ingenuidad en la marca. Los tres goles casi que se los hizo solo. El primero fue un centro perfecto del Huevo Acuña, que estuvo en el podio de los mejores, más allá de su imprudencia para cometer el penal. Aunque Colidio apareció demasiado libre en el área para cabecear. En el segundo, el capitán tiró la pelota atrás con un confianza desmedida, un cabezazo llovido que se transformó en una asistencia para Driussi, que fue a buscar sin temor al choque con el arquero. Lamentablemente para él, igual se terminó lesionando al caer… Y en el tercero, ya con el partido 2-1, también apareció Meza para cabecear como si fuera un ejercicio de un entrenamiento.

El triplete fue de cabeza, justo lo que le faltó a River para manejar mejor el juego. Gallardo habló de los nervios del debut. Tal vez sea el motivo real. El otro concepto repetido es que siempre es relevante ganar el primer partido de un Mundial. A River le ha pasado en este semestre regular el hecho de tener juego sin gol. Había mejorado la tendencia en su mejor mes, cuando les ganó a Gimnasia, Boca, Vélez, Barracas, Barcelona de Ecuador e Independiente del Valle. El bache quedó en evidencia en la justa eliminación con Platense y en el empate de Copa contra Universitario. Los partidos, al fin de cuentas, se ganan en las áreas. Y esta vez fue efectivo en la rival y tuvo una atajada marca Armani en la propia.

Gallardo, a diferencia de algunos entrenadores que en los años 90 inventaban partidos, cuenta el que se acaba de jugar. Habló de un margen de mejora y de una dificultad mayor en los próximos enfrentamientos. A River le faltó fluidez en el juego, más conexión entre los volantes. De hecho en el entretiempo sacó a Nacho Fernández (poco lúcido) y a Enzo Pérez (con una sobrecarga en los isquiotibiales) para poner a Galoppo y Meza. No se impuso tampoco Castaño. Sin el mejor Mastantuono, entonces, faltaron pases y gambetas. El jugador que individualmente se rebeló fue Colidio, con un partido 7 puntos. Hubo tiempos que Demichelis y el propio Muñeco lo quisieron imponer como 9, aunque parece más cómodo como segunda punta. De izquierda hacia el medio, como en los tiempos que se hizo dupla con Retegui en Tigre y provocó el interés de River y Boca. Es un delantero que pide la pelota, que siempre intenta gambetear aunque esté en inferioridad numérica. Borja no entró bien cuando ocupó el lugar de Driussi, si bien el equipo pocas veces lo encontró con algún pase al espacio. River tampoco utilizó seguido en ataque a Montiel. Sumando nombres propios, de nuevo se lo vio con cierta lentitud a Pezzella. Desde su vuelta parece costarle avalar con grandes rendimientos el diploma de campeón del mundo. La pasó mal con delanteros de distinta jerarquía. En Seattle fue amonestado por salir lejos y tarde. Conclusión: llamativamente, durante un rato del segundo tiempo, a River le manejó la pelota un rival japonés.

River es probable que con los millones de Mastantuono vaya a comprar a un reemplazante de categoría arriba. En el plantel no tiene uno igual y no hay tantos en el mercado. Juanfer Quintero podría ser un mimo al sentimiento del hincha, aunque en su mejor época Gallardo lo utilizó para destrabar partidos en el segundo tiempo. Así de hecho hizo el gol más importante de la final con Boca en Madrid… En el plantel podría rescatar a Matías Rojas, aunque después de su paso por la MLS no pudo escaparle a las lesiones. Aunque también habrá que ver cómo resuelve los problemas en el retroceso, que es responsabilidad de volantes y defensores. Es un movimiento de equipo, pese a que igual suenan nombres como Román Vega, el lateral de Argentinos que también puede ser central. O Fausto Vera, el volante central que en su momento también sedujo a Riquelme para Boca.

Quedó claro que el defensor que podría darle un salto de calidad es Nicolás Otamendi, que no sólo jugó contra Boca como hincha de River sino que ratificó su vigencia, su espíritu competitivo a los 37 años. Cuando Benfica parecía abatido, superado por el roce que le propuso el equipo de Russo, el central de la Selección lo empujó a un empate-triunfo sobre el final. River debe mejorar. Gallardo también lo debe potenciar. Ahora con Monterrey y el Inter de Italia; después en el torneo local y la Copa Libertadores que sí está obligado a pelear. Y esa exigencia hace que los rendimientos estén a la altura de los nombres de las estrellas.

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