El dólar pega en la campaña: desajustes en el discurso oficialista y el gastado recurso del temor

0
7

Javier Milei, en su más reciente entrevista. Apuntó contra el kirchnerismo y volvió a cargar sobre Villarruel

Dos veces en la misma semana Javier Milei utilizó un término de pésimo eco social para referirse a la trepada del dólar: “corrida”, dijo. Es una calificación que venía rechazando el equipo económico. Desmesura o puro cálculo político, no fue el único desajuste en el discurso del oficialismo. La reacción presidencial incluyó a bancos, algo que se destacó por encima de la previsible andanada contra movidas opositoras, en especial, la sanción de las tres leyes que se apresta a vetar. Repetidas igualmente pero increíbles en este contexto fueron las cargas sobre Victoria Villarruel, a contramano de otros gestos domésticos que intentan diluir los efectos nocivos de las internas también en el plano externo.

El dólar terminó de recuperar así -sobre todo para el oficialismo- un lugar dominante en el temario político, ya no sólo económico. Y al mismo ritmo que se movía todo el menú de cotizaciones, el mensaje del oficialismo fue buscando su curso, con expresiones siempre extremas de los tuiteros violetas. Eso, con el agregado de versiones en off the record, que en algunos casos tenían destinatarios directos -un par de bancos, por ejemplo- y en otros, intentaban bajar el nivel de inquietud en contraste con el creciente discurso de Olivos.

Eso último fue notable cuando el precio del dólar alcanzaba su marca más alta, frenada el viernes por lo menos de momento después de otra medida del Banco Central. Desde Economía, se difundían un par de evaluaciones sino positivas, al menos apuntadas a bajar niveles de inquietud. La primera: que la suba podría colaborar a corregir el desequilibrio en las cuentas externas. La segunda: que los movimientos del dólar no se vienen trasladando a precios de manera generalizada. Ese último es el punto más sensible y, por lo tanto, el que empieza a sugerir tensiones.

En rigor, Milei ya había dado muestras de otra decisión: recrear la estrategia básica de la construcción del enemigo a tono con la subida del dólar. Unos días antes, el fin de semana pasado, utilizó la definición de “corrida”, que algunos quisieron ver como un desborde, algo no calculado. Y apuntó, sin olvidar el ingrediente de los insultos, a movimientos para complicar la gestión. En ese tramo, precisó el foco en “dos bancos”. Los nombres corrieron después en formato de trascendido, con obvio sentido de advertencia.

El Presidente volvió sobre el tema el jueves. Insistió con la idea de un ataque especulativo contra el Gobierno, ya en tiempo de campaña. El dato significativo fue que en esta última entrevista se mostró acompañado por Luis Caputo y otros integrantes del equipo económico, encargados no del discurso de batalla sino del mensaje sobre control de la situación. Milei, en cambio, amplió su descarga sobre el kirchnerismo aunque puso énfasis en la descalificación de Villarruel, sobre todo por la sesión del Senado que convirtió en ley los proyectos de recuperación de ingresos de jubilados, moratoria previsional y atención del sistema de discapacidad.

Luis Caputo, en acto de campaña. Ahora, fue el turno del dólar

La insistencia en disparar contra la vicepresidente como “traidora” parece un problema por partida doble en esta etapa electoral, además de la tensión institucional que supone y de su efecto externo. Por momentos, relega del foco al kirchnerismo, que aún con imprecisiones constituye el eje de la batalla para polarizar la elección bonaerense y después, el desafío nacional. Pero además, resulta contradictorio frente a los esfuerzos de las últimas dos semanas para dar por superado el conflicto entre Karina Milei y Santiago Caputo. Esa “paz” interna fue divulgada como una señal destinada también al frente económico, siempre atento a las posibles estribaciones de una disputa de poder en el círculo más reducido de Olivos.

Más allá del empecinamiento contra Villarruel, el discurso del oficialismo se fue acomodando para descargar responsabilidades sobre la oposición dura: es decir, se trataría de un problema de exclusivo origen político, sin consideración del efecto de sus propias “roscas” y, además, ajeno a cualquier decisión de línea económica. También, comenzó a exponer un recurso de campaña muy gastado por los oficialismos, en distintas etapas y frente a crujidos similares: la apuesta al temor por lo que haga o pueda hacer la oposición. En este caso, con la intención de reducir todo al juego con el kirchnerismo.

Con tono más acorde a su kilometraje político, Guillermo Francos había movido esa ficha, vestida como comentarios de empresarios que, dijo, le habían transmitido esperanza por la gestión mileista y, en espejo, “temor al regreso del pasado”. En la misma línea, sostuvo que mensajes como los de Cristina Fernández de Kirchner “generan ruido en los inversores”.

Después llegó el turno de Caputo, que en esta etapa de funcionario se muestra cómodo con el discurso de batalla. Esta vez, trató de hacer equilibrio entre la necesidad de minimizar el impacto de la trepada del dólar y el objetivo de limitarlo a un episodio de coyuntura asociado a temores por el papel o las chances del kirchnerismo. “Ante el riesgo kuka o la incertidumbre política, algunos deciden cubrirse”, dijo.

La semana que viene proyecta un cuadro político más complejo y matizado que lo que pretende el giro de campaña. Corre para el oficialismo y la oposición, sin contar el factor dólar. El Gobierno formalizará los nuevos vetos, mientras siguen abiertas las especulaciones sobre si tendrá número suficiente para blindarlos en Diputados. Eso depende básicamente de la propia capacidad de negociación -básicamente, con los gobernadores- antes que del juego K. Y está ligado de manera directa a los reclamos de fondos y las señales de acuerdos o competencia territorial ya en camino a octubre. El jueves vence el plazo para anotar alianzas.

En la oposición, como era de esperar, CFK aceptó rápidamente la oferta de polarizar con Milei. Un juego riesgoso, porque el tema es el dólar, y agotador para el común de la gente, cuando quedan por delante casi tres meses hasta las elecciones.

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí