Los secretos del último título de Argentina en un Mundial Sub 20: de la batalla contra Chile al festejo que se comió los viáticos

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Era un grupo hermoso, con todos buenos chicos. Había de Racing, de Independiente, de Boca. Por ahí se cruzaban en el torneo local, pero en la Selección eran todos amigos. Era un equipazo. Di María, el Kun Agüero, Mauro Zárate, Frasquito Moralez… Fijate que estaba Damián Escudero, de Vélez, y casi ni jugó…”.

La frase de Omar Souto, gerente de selecciones nacionales y una especie de papá para muchos de esos chicos que se hicieron hombres en el predio de Ezeiza, pone en valor a la última selección argentina que ganó un Mundial Sub 20. Fue hace 18 años, en Canadá 2007. El conjunto que entonces dirigía Hugo Tocalli ganó seis partidos, empató uno, apenas concedió dos goles y firmó 16.

Tamaño desfile estuvo precedido de sufrimiento. Es que Tocalli no tuvo una tarea sencilla al armar el plantel para el Sudamericano de Paraguay de ese año, que se clasificó al equipo a la Copa del Mundo y a los Juegos Olímpicos de Beijing 2008, en los que también obtuvo la medalla dorada, ya con Messi y Riquelme en la nómina. Las negativas de los clubes lo llevó a componer la lista con varias alternativas y, luego de un inicio oscilante y algunos cuestionamientos, el grupo se hizo fuerte.

Por el Grupo B, empató 1-1 ante Ecuador y perdió 2-1 ante la Colombia de Juan Pablo Pino, a quien comparaban con Messi por su gambeta vertiginosa. Los resultados pusieron en duda la continuidad de la Albiceleste en el torneo, sin embargo, se repuso con una goleada ante Venezuela y una igualdad con Uruguay que le permitieron avanzar como tercero a la fase final, que se disputó en Asunción.

Allí, un triunfo agónico con gol de Lautaro Acosta ante los charrúas de Edinson Cavani, le adjudicó un escalón en el podio como subcampeón de Brasil, que tenía a un deslumbrante Alexandre Pato. Una buena plataforma para el viaje a Canadá, donde sabía que iba a poder contar con sus principales estrellas. Ya en Norteamérica, luego de la igualdad en el debut ante los checos, Argentina desplegó su potencial, cimentado en sus individualidades y en el clima interno.

Una victoria 6-0 ante Panamá y otra más ajustada (1-0) contra Corea del Norte le permitieron avanzar a la etapa de eliminación directa. Luego, se sacó de encima a Polonia (3-1, con dos goles de Agüero y uno de Di María) y a México (1-0, grito de Moralez) antes de la semifinal de máxima tensión ante Chile. Y no solo por la rivalidad en superficie.

La camada de la Roja fue la que luego se convirtió en la “Generación Dorada” que ganó las Copas América 2015 y 2016 ante Argentina por penales. Arturo Vidal, Gary Medel, Mauricio Isla y Alexis Sánchez eran sus líderes. Y los dos combinados ya se habían enfrentado en el Sudamericano, con un empate 0-0 como resultado.

“El partido con Chile se picó desde la arenga. Y se encontraron con que Argentina jugó el mejor partido del Mundial”, evoca Souto, testigo presencial de la gesta nacional, ya que fue parte de la delegación.

“Encima Medel se hizo echar. Después, yo me quedé acompañando en el dóping y vimos lo que pasó en las tribunas, cuando se agarraron a piñas con la policía”, completó.

En efecto, Di María, la Flaca Yacob y Moralez martillaron el resultado abultado, que se respaldó en el desarrollo. El ex Boca fue expulsado por lanzarle un pelotazo a Mercado. Y luego se sumó la roja a Dagoberto Currimilla. Pero lo peor llegó en el epílogo. Culminado el encuentro, Vidal encabezó las protestas al juez Wolfgang Stark. Acto seguido, el plantel se dirigió a las tribunas a saludar a sus familiares y a los hinchas. Y los jugadores terminaron enfrascados en una batalla campal con los agentes de seguridad.

“Nos golpearon solo por ir a saludar y nos pusieron corriente, mucha”, denunció Medel. Sánchez salió esposado del estadio y hubo nueve futbolistas aprehendidos. Los incidentes continuaron en el micro, donde incluso la policía llegó a lanzar un cartucho de gas lacrimógeno.

“Fuimos a hablar con los hinchas. Tuvimos una discusión, porque no nos dejaban pasar. De repente uno me apunta con una pistola, no sabía qué era, me lanzaron corrientes eléctricas. Me desmayé y cuando recuperé el conocimiento vi que diez policías me estaban pegando y tirándome ácido en la cara”, acusó el futbolista Isaías Peralta. Pese a la mancha de ese encuentro y a los desmanes, el elenco que condujo José Sulantay finalizó tercero.

La consagración de Argentina exigió músculo. Es que comenzó perdiendo 1-0 a los 15 minutos del segundo tiempo, pero consiguió dar vuelta el score, gracias a las conquistas de Agüero y Zárate a cuatro minutos del final. La vuelta olímpica resultó un acto de justicia. El Kun se quedó con el Balón de Oro y también se calzó la Bota dorada por haber sido el máximo anotador de la competencia (seis tantos).

El Kun Agüero levanta el trofeo. Fue su segunda corona mundial Sub 20

Hasta los festejos llevaron el sello del ánimo jocoso de ese plantel. “Eran traviesos. Hicieron un quilombo en el vestuario y en el hotel… El más jodón era el Kun, siempre fue así, desde chico. Ganó dos Mundiales Sub 20. No hay que olvidarse de que después de Messi fue el que más impacto tuvo en Europa. Un fenómeno”, ilustra otra vez Souto, orgulloso de uno de sus protegidos, que vio finalizar tempranamente su carrera por el episodio cardíaco en el Barcelona.

La celebración derivó en un tirón de orejas. Y en escenas que empezaron a darle significado a la palabra viral con el primer impulso de las redes sociales.

Es que, ya en la habitaciones y los pasillos del hotel, con la adrenalina todavía recorriendo sus venas, algunos de los juveniles decidieron ensayar cabezazos y chilenas con diferentes artefactos y objetos.

“Teníamos un equipazo, salimos campeones perfectamente. Estábamos aburridos en el hotel y empezamos con un velador, con un teléfono… Quedó grabado. Y me avisaron: ‘Te están pasando por Telefe noticias’. Los videos habían llegado a los medios”, supo contar la secuencia el Papu Gómez.

La gloria, entonces, vino de la mano de un castigo económico: “Teníamos nuestros viáticos y tuvimos que pagar las cosas”. Aquel hito fue el primero para muchos de esos chicos en celeste y blanco. “Varios siguieron su camino y jugaron en la Mayor, incluso salieron campeones del mundo”, subraya Souto la importancia de aprender en ese tránsito lo que significa vestir la camiseta de la Selección.

De Chiquito Romero a Federico Fazio. De Éver Banega a Gabriel Mercado. Y los héroes de Qatar Di María y Alejandro Gómez. Hoy, con Diego Placente como orientador y el mismo espíritu de los Pekerman-Tocalli boys, Argentina volvió a una semifinal y sueña con la séptima.

Omar Souto, gerente de selecciones nacionales, con el Kun Agüero

“No se me pasaba por la cabeza que desde ese torneo no íbamos a llegar más a semifinales hasta ahora. Pero mirá que hubo muy buenos planteles, ¿eh? Es un Mundial, a veces es una jugada, una pelota que no entra y no se da”, hace un paneo rápido Souto sobre esos 18 años lejos del metal de las medallas y los trofeos. Una costumbre que puede reverdecer en el Mundial de Chile: la de ganar, pero con un estilo de juego tan simbólico como el sol de la bandera.

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