Constanza Mazzina: “Cuestionamos la relación con los EEUU, pero nunca en los últimos diez años se cuestionó la relación con China”

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Para Constanza Mazzina, politóloga, investigadora y docente universitaria, China busca “cooptar elites políticas» en diferentes países, entre ellos Argentina, “para legitimar el modelo autoritario y juntar voces en las críticas al modelo de democracia liberal occidental”. En un informe publicado por Expediente Abierto, titulado “La estrategia de China de captura de élites y su impacto para la Argentina”, describe paso a paso el plan del gigante asiático para influir en el discurso público e intervenir en la toma de decisiones.

“Los chinos ponen sus propias condiciones, aprovechan la opacidad y la corrupción; las redes personales, clientelares y la facilidad para acercarse a elites políticas, académicas, y empresariales”, sostiene Mazzina, que se desempeña como directora de la carrera de Ciencia Política en la Universidad del CEMA, en diálogo con Infobae.

Cómo es el entramado complejo que refuerza la presencia china en el país, tanto en términos materiales como simbólicos. “Cuestionamos la relación con los Estados Unidos, pero nunca en los últimos diez años se cuestionó la relación con China”, aseguró.

– En su último trabajo publicado, habla de una estrategia de China para “capturar a las elites” de la Argentina, ¿cómo es ese proceso y qué impacto tiene en el país?

Cómo ese poder que en general no es ni hard power ni soft power. Es el sharp power que algunos lo traducen como poder inteligente y que tiene algunos instrumentos, que van desde la diplomacia partidaria, que son las relaciones entre el Partido Comunista Chino propiamente dicho y otros partidos políticos, hasta la formación en seminarios, las visitas, la cooperación ideológica. ¿Para qué? Para cooptar elites políticas y para legitimar el modelo autoritario y juntar voces en las críticas al modelo de democracia liberal occidental.

Después tenemos también lo que tiene que ver con la parte de intercambios académicos y también intercambios a periodistas, porque hay muchos que reciben becas, viajes de estudio, foros de formación, no solo para generar afinidad ideológica, sino también para difundir una narrativa y un relato afín con el Partido Comunista Chino, que no cuestiona el modelo chino y donde temas como, por ejemplo, las violaciones a derechos humanos en China son completamente silenciadas o ignoradas.

Después está el tema la propaganda y de todos los medios en español o de plataformas digitales que se han expandido en América Latina. Y esto viene también de la mano o en cooperación con otras autocracias, porque hay algo que no trabaja el libro, pero que sí me parece importante señalar, que es la cooperación autocrática. Cómo China coopera con otros países autocráticos. En esto cooperan mucho lo que tiene que ver con los medios de comunicación, con plataformas, y demás, para lavarle la cara a estas autocracias.

Finalmente está el tema del avance de las empresas chinas, que son empresas fundamentalmente estatales, que lo que intentan es no solo influir en la estructura económica de un país, sino también crear dependencia económica expandiendo la presencia geopolítica de China al mismo tiempo.

(Instagram)

– Habla no sólo de elites políticas, sino de académicas e intelectuales… es decir, un relacionamiento en todos los sectores de la sociedad. ¿Cómo se materializa esa influencia?

A través de muchas de las acciones que lleva adelante China a través de esto que decíamos, de este sharp power. Uno de sus instrumentos tiene que ver con los institutos Confucio, que hoy están en muchas universidades de América Latina. Y decíamos que son operaciones también más sutiles, pero que al mismo tiempo van de la mano de las enormes inversiones que hace China en estos países. Entonces, no es solo un instrumento, es un conjunto de instrumentos que van todos juntos, marcando de alguna manera el avance de China y de su crítica hacia el modelo de las democracias liberales occidentales. Y obviamente no presentan a China como una sociedad perfecta, sino que lo que tratan de demostrar, justamente, es el fracaso de los otros, ¿no? Porque son una alternativa, porque los otros justamente han fracasado. Esto es parte del relato y de la construcción de esta narrativa prochina.

– ¿Este proceso es transversal a todos los partidos políticos?

La influencia del Partido Comunista de China es completamente transversal a todos los partidos políticos. Obviamente, podemos arrancar por los años 70, cuando se restablecen las relaciones diplomáticas entre Argentina y China. Obviamente, el partido más cercano era el Partido Justicialista. Pero en los últimos años, dada la expansión de China, todos los partidos se han hecho un poco, no te diría “prochinos”, pero sí más permeables a la influencia y a la estrategia china. Y me parece que ser más permeables a la influencia de la estrategia es también olvidar cuáles son los peligros.

Por ejemplo, a pesar de todos los mensajes de campaña que hubo antes de que asumiera Mauricio Macri (en 2015), que parecía que se iba a distanciar, que tenían que ver con averiguar o dar información acerca de lo que pasaba con la base militar china de Neuquén, finalmente tuvo que ir para atrás con todo eso. Y si te fijás, en el libro está la descripción de cómo a partir del año 2016 hay tantos miembros del PRO acercándose, en esto que ellos tienen de diplomacia persona a persona, con el Partido Comunista Chino.

Obviamente, repito, en términos ideológicos, el partido más afín al Partido Comunista Chino no son los comunistas de acá, sino el Partido Peronista, por su magnitud, obviamente, y por su peso electoral desde ya. Pero sí, es una cuestión que atraviesa todos los partidos políticos.

-La influencia de China en un país como Argentina, ¿puede operar como una barrera para las relaciones políticas y comerciales con otros países?

A ver. Argentina tiene una relación tensa con los Estados Unidos, que atraviesa desde finales del siglo XIX hasta prácticamente hoy, con algunos paréntesis. Esta relación tensa empieza en la Primera Conferencia Panamericana en Washington, y podemos ver cómo sigue esa distancia a lo largo del siglo XX y termina en el fracaso del ALCA en la cumbre de Mar del Plata del año 2005. De la mano de eso tenemos, sí, una América Latina que, en general, es muy “antiyanki”, donde la frase preferida es “fuera yanquis”, o como se había escrito en las paredes en la cumbre de Mar del Plata, “yankees go home”.

Entonces, hay una simplificación, un reduccionismo: dado que los norteamericanos son malos, por lo tanto, si los chinos se oponen a los norteamericanos, los chinos van a ser buenos. Y de esta falacia empieza gran parte de la confusión, y la relación, y la facilidad también con la que China ha entrado en América Latina. Y cuando digo en América Latina es porque en los últimos 10 años ha reemplazado a Estados Unidos o a otros socios como el principal socio comercial en muchos de nuestros países.

– ¿Cómo se inscribe este proceso en un contexto donde la política exterior de Milei plantea un fuerte vínculo con Estados Unidos?

Frente a ese reduccionismo, y de la mano con la construcción de la narrativa “prochina”, lo que tenemos al final del día son cosas como las que están pasando ahora en la Argentina. Cuestionamos la relación con los Estados Unidos, pero nunca en los últimos diez años se cuestionó la relación con China. China también dio un swap durante el gobierno de Alberto Fernández. ¿Qué le dimos a los chinos? ¿Alguien lo preguntó? No. ¿Hubo pedido de informe? ¿Hubo interpelación al jefe de gabinete? No, nada de esto pasó. Simplemente pasó porque asumimos esta especie de falacia de “yanquis malos, chinos buenos”. Ese reduccionismo le permite, no solo en Argentina, sino en muchos países de la región, avanzar mucho más rápido con su agenda.

– Estos diferentes niveles de influencia, ¿pueden operar como un condicionamiento para los gobiernos de turno? ¿Qué condicione estructurales debe tener un país o una región para que suceda esto?

Lo ideal sería que ningún país te influencie en tu política interior. Lo cierto es que el otro factor que es importante de la influencia china en la Argentina es que somos un país federal y las provincias necesitan inversiones y necesitan dinero. Y ahí es donde también tenemos todo el recorrido de las inversiones que China está haciendo en nuestras provincias. No te olvides que las riquezas del subsuelo son de las provincias y todo lo que hoy se está explotando en muchas provincias del NOA a través de empresas chinas.

¿Podemos pensar a China como un socio comercial en igualdad de condiciones? No. Y esto me parece que acá está el peligro, ¿no? Porque los chinos ponen sus propias condiciones, aprovechan la opacidad y la corrupción de nuestros países. Esto es muy importante. El aprovechamiento de las redes personales, clientelares y de la facilidad para acercarse a elites políticas, académicas, y empresariales.

– ¿Que peligro advierte en establecer este tipo de relaciones?

Esto me parece que es un punto superimportante. No es solo una forma de hacer negocios, es también la construcción de un relato, de una narrativa que es afín a un determinado modelo de poder que nos aleja cada vez más del pluralismo y de la democracia, y donde se intenta imponer un relato favorable al Partido Comunista Chino, donde obviamente se tratan de socavar las voces críticas, fundamentalmente empezando por el periodismo, siguiendo por la oposición y siguiendo también por el mundo académico. Y el punto acá, que me parece también muy importante señalar, es que todo es parte de una estrategia para posicionar a China como un modelo alternativo frente al declive de la influencia que ha tenido los Estados Unidos en el mundo y en la región en las últimas décadas.

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