El Senado y la provincia de Buenos Aires, las viejas fortalezas del PJ que crujieron en la mejor semana del Gobierno

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El bloque peronista en el Senado, los 28 que ya son 25

La imagen de un militante de extracción peronista prendiendo fuego un árbol de Navidad frente a la Municipalidad de Lanús, que gobierna un intendente de La Cámpora, resumió mucho mejor que la deserción de tres senadores del PJ en el debate del Presupuesto el estado de situación que atraviesa el partido que todavía preside Cristina Kirchner. Internas descarnadas, ausencia de liderazgo y un virtual sálvese quien pueda.

Las dos viejas columnas de poder del peronismo -el Senado de la Nación y la provincia de Buenos Aires- crujieron la semana, que pasó como nunca antes. Ya el PJ gobierna un cuarto de las provincias del país, perdió la primera minoría en Diputados y tiene la menor representación en la Cámara alta desde el regreso de la democracia. Y en la provincia de Buenos Aires, centro de gravedad de la política argentina de los últimos 40 años, hay una lucha a cielo abierto por el poder, con una conducción kirchnerista que es discutida por la mayoría de los barones del Conurbano.

Todo a pedir del gobierno de Javier Milei, que pasó en algo más de cuatro años de ser el único libertario en el Congreso, a convertirse en solitaria referencia de poder real del sistema político. Convivió durante los dos primeros años de Gobierno con otros dos soles: Mauricio Macri y Cristina Kirchner. A cada uno se lo fagocitó a su modo. El líder del PRO está recluido en Cumelén, con la mayoría de su partido pintado de violeta -o en vías de hacerlo-, y la ex presidenta se recupera de la operación de apendicitis para volver a San José 1111 y continuar cumpliendo la pena de prisión e inhabilitación perpetua para ejercer cargos públicos.

En el peronismo hay dos cosas que no se perdonan: morirse y perder elecciones”, le dijo a Infobae uno de los senadores más importantes del interbloque Popular, el nuevo nombre que eligieron los integrantes del panperonismo en la Cámara alta, siguiendo la costumbre de rebrandearse después de cada derrota. Es una frase que la realidad, pertinaz, pone a prueba. Se lo transmitió a este cronista antes del fuego en Lanús y de las fugas en las votaciones del viernes.

Repliegue en el Senado

Militantes kirchneristas homenajearon a Cristina Kirchner, en medio de la internación por una apendicitis (foto Reuters)

Este medio había anticipado que había tres senadores de Convicción Federal que iban a votar con el Gobierno. No lo hicieron una vez, sino que lo hicieron 20. Para el voto en general y en particular del Presupuesto, y en el debate de la Ley de Inocencia Fiscal. El catamarqueño Guillermo Andrada, la tucumana Sandra Mendoza y la jujeña Carolina Moisés reconocen el liderazgo de manera abierta o solapada de Raúl Jalil -el gobernador peronista preferido de la Casa Rosada- y apoyaron las dos iniciativas que eran decisivas para la gestión Milei.

Lo relevante de esos votos es que no eran imprescindibles. Las dos leyes se votaron por 46 y 42 votos a favor, entre cinco y nueve más que los 37 exigidos. Podían no haber estado y las iniciativas se iban a aprobar igual. Fueron apoyos que encerraron un mensaje político, más que solo una conveniencia presupuestaria.

El presidente Milei había planteado el objetivo de construir una mayoría reformista, un consenso capitalista que venciera al modelo populista. El gobierno de Trump esperaba también que el oficialismo lograra una coalición que le diera sustentabilidad a las reformas.

La deserción de esos tres senadores puso un mojón clave para el debate que viene, que puede ser más complejo. No sin picardía, la estrategia del Gobierno -donde talla fuerte Santiago Caputo- fue colocar el futuro debate de la ley de modernización laboral con la Ley de Glaciares, que necesitan los gobernadores del norte, entre los que están, claro, el catamarqueño Jalil, pero también el salteño Gustavo Sáenz, que en otro tiempo se quejaba de que el “poncho no aparece”. Entre la CGT y el desarrollo de la minería, es más que previsible qué priorizarán los mandatarios peronistas.

¿Por qué es importante esta reconstrucción? Porque la última votación del año parlamentario confirmó que el peronismo pasó de ser mayoría en el Senado y condicionar el rumbo del Gobierno a quedar reducido a un bloque que está a un paso de perder el tercio que le impediría, por ejemplo, trabar el nombramiento de jueces de la Corte. Hasta el 9 de diciembre, la bancada kirchnerista había armado una coalición opositora que tenía 37 votos.

Entre el fuego y las desdichas

El fuego del arbolito de Navidad de la Municipalidad de Lanús no vino solo. Antes de esa protesta tan sugestiva -piqueteros de organizaciones de base peronistas protestaron, incendiaron y se fueron- se había producido un choque público entre la ex intendenta de Quilmes, Mayra Mendoza, y el diputado Juan Grabois por el estacionamiento medido en ese municipio que gobierna La Cámpora.

“Realmente me cuesta creer que los dos tenemos los mismos intereses y respondemos a la misma conducción. A veces dudo de cuál es tu conducción, Juan Grabois, y qué es lo que verdaderamente representás”, le dijo la actual diputada bonaerense al dirigente, en un audio que difundió Infobae en exclusiva. Furiosa, la ex intendenta lo había compartido en un grupo cerrado de WhatsApp, después de enviárselo al teléfono del dirigente de “Argentina Humana”.

En La Cámpora sospechan que ambas acciones tienen una misma inspiración. En el entorno de Máximo Kirchner no descartan la mano de alguno de los intendentes del Movimiento Derecho al Futuro. El peronismo bonaerense, cuando lucha por el poder, se vuelve insondable y caprichoso.

Axel Kicillof se arropa con la CGT. También estuvo con Gildo Insfrán

“Cristina está presa de manera injusta, está internada, convaleciente, y los ves a estos haciendo un acto de lanzamiento de campaña Axel 2027. Encima nos mandan patoteros a extorsionar y a prender fuego todo. No tienen límites”, se quejó un dirigente que, obviamente, no simpatiza con el gobernador bonaerense.

Son postales de una provincia que enfrenta una delicada situación económica-financiera y que tiene al gobernador que puso en marcha un proyecto presidencial y que busca, en primer lugar, desalojar a Máximo Kirchner de la Presidencia del PJ, apoyado en intendentes, gremios y líderes como Gildo Insfrán. Encima, está apuntado por un Javier Milei fortalecido en el inicio de su tercer año de gobierno. Dejó de decirle “burro” o “soviético”, por un tiempo, que puede ser breve.

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