ROMA.- Después del susto por la noticia de que tiene neumonía bilateral, diagnóstico que se conoció ayer, alivio. Al margen de recibir este miércoles a la primera ministra Giorgia Meloni, que hizo saber que había encontrado al papa Francisco “receptivo y alerta”, así como de buen humor, una muy buena señal en medio del clima de alarma y fake news que desató su internación, el parte médico que difundió el Vaticano pasadas las 19 locales confirmó que las cosas van mejorando.
“Las condiciones clínicas del Santo Padre se presentan estacionarias. Los exámenes de sangre, evaluados por el equipo médico, demuestran una leve mejora, especialmente de los índices inflamatorios”, aseguró.
“Después de haber desayunado, leyó algunos diarios y después de dedicó a actividades de trabajo junto a sus más estrechos colaboradores”, agregó. Precisó, por otro lado que “antes del almuerzo recibió la Eucaristía” y, como ya había hecho saber un comunicado del gobierno italiano, recibió la visita de la primera ministra, “con quien estuvo en forma privada durante veinte minutos”, concluyó.
Ya el comunicado de la mañana, difundido a las 8.12 hora local, había aplacada un poco la alarma. De hecho, hizo saber que el Santo Padre había pasado “una noche tranquila”. Además, aún más importante, fuentes vaticanas hicieron trascender que el Pontífice, pese a la neumonía, no está con oxígeno sino respirando en forma autónoma -aunque ocasionalmente podría recibir-, que se levanta de la cama para tomar el desayuno, se sienta en un sillón y que sus condiciones cardíacas no preocupan. “El corazón aguanta bien”, dijeron, al adelantar, por otro lado, que por la tarde se difundirá un boletín médico.
La información de la jornada causó alivio. El parte médico de la noche anterior, en efecto, hizo elevar como nunca la preocupación porque confirmó ese agravamiento que muchos temían y la degeneración de una bronquitis mal curada en una neumonía bilateral. Un cuadro clínico “complejo”, sobre todo para alguien como Francisco, de avanzada edad, desde siempre débil a nivel pulmonar, y con frecuentes bronquitis y resfríos en época invernal. El líder de la Iglesia a los 21 años sufrió una neumonía gravísima que lo dejó al borde de la muerte, según él mismo siempre contó, cuando le debieron extirpar una pequeña parte del lóbulo superior del pulmón derecho.
La información médica del martes dejó muy en claro que la situación es ahora complicada. Si bien aseguró que “está de buen humor”, dijo que “los exámenes de laboratorio, la radiografía de tórax y las condiciones clínicas siguen presentando un cuadro complejo”. “La infección polimicrobiana, que surgió en el contexto de bronquiectasias y bronquitis asmática -y que requirió el uso de terapia antibiótica con cortisona-, complica el tratamiento terapéutico”, agregó.
“La tomografía axial computada de tórax a la que se sometió el Santo Padre esta tarde, prescrita por el equipo sanitario del Vaticano y el equipo médico del hospital Gemelli, demostró la aparición de una neumonía bilateral que requirió tratamiento farmacológico adicional”, añadió.
Confirmó así que Francisco llegó el viernes pasado al hospital ya con una situación muy comprometida. Venía arrastrando una bronquitis desde hacía semanas, que se trataba con corticoides que utilizaba para facilitar la respiración, que le habían provocado una hinchazón del rostro evidente, pero sin solucionar el problema, sino todo lo contrario. Esa terapia con cortisona, en efecto, le bajó las defensas inmunitarias, según médicos consultados.
El Papa, sin escuchar a quienes le aconsejaban detenerse e internarse, continuó con una agenda: aunque él mismo explicaba que no podía leer los textos porque estaba con bronquitis y tenía “dificultad de respiración”, presidió audiencias generales, saludó centenares de personas y recibió visitas, aunque en los últimos días en su residencia de Santa Marta y no en el Palacio Apostólico. Tampoco quiso defraudar a las más de 30.000 personas que participaron el domingo 9 de febrero del Jubileo de las Fuerzas Armadas. Entonces, se expuso a una mañana fría, húmeda y ventosa que seguramente empeoró el cuadro.
La semana siguiente continuó con la agenda. Sólo el jueves, el día anterior a la internación, desistió de participar de un evento sobre justicia fiscal de la Pontificia Academia de Ciencias Sociales. Entonces, según trascendió, en medio de máxima reserva, fue a hacerse unos estudios en el hospital Gemelli de la Isla Tiberina, más cercano al Vaticano, los que probablemente comenzaron convencerlo de que era la hora de parar e internarse. Cosa que hizo al día siguiente, después de diversas audiencias, una de ellas con el primer ministro de Eslovaquia, Robert Fico.
Más allá de una situación inquietante, sobre todo ahora que los médicos pudieron trazar el diagnóstico -neumonía bilateral-, desde la suite del piso décimo del Gemelli, donde se encuentra, hicieron llegar noticias de una persona, aunque enferma y en “reposo absoluto”, activa, que se levanta de la cama y al mando. Sin recibir visitas, sí todos los días la eucaristía, el Papa se dedica al reposo y a la lectura, aunque también con actividades de trabajo, ya que sus secretarios privados le hacen llegar correspondencia y demás papeles. Además llama a diario, como viene haciendo desde hace 15 meses, al padre Gabriel Romanelli de la parroquia de Gaza. Según entendidos, harán falta al menos cuatro días para ver si el tratamiento para superar la neumonía bilateral funciona.
Mientras tanto, desde todo el mundo sigue recibiendo mensajes de afecto que agradece y que lo conmueven. “Agradece la cercanía que siente en este momento y pide, con gratitud, que se siga rezando por él”, afirmó el parte médico de la víspera.
Esta es la cuarta internación del papa Francisco en el Gemelli, donde ya transitó y superó una neumonía “aguda y fuerte” a fin de marzo de 2023, cuando debió quedarse hospitalizado cuatro días. Las otras dos internaciones fueron por cirugías abdominales en julio de 2021 (estuvo diez días internado) y en junio de 2023 (tres días).
Cuando fue dado de alta por la neumonía, a principios de abril de 2023, al encontrarse con periodistas el Papa admitió que había sido una experiencia dura. Riendo, contó que se acordó de lo que le había comentado una vez un viejito que le había dicho: “¡Padre, yo la muerte la vi venir y es fea, eh!”.
Desde entonces, su físico se fue debilitando. Más allá de la ciática, un problema en la rodilla derecha –que nunca quiso operarse por temor a la anestesia total, según él mismo dijo–, lo obligó a comenzar a utilizar la silla de ruedas hace más de dos años. Aunque a veces, gracias a sesiones de fisioterapia, logra caminar ayudado por un bastón o un andador, el hecho de ya no moverse afectó su estado de salud general porque fue aumentando de peso. Entre diciembre y enero pasado, esa difícil movilidad le significó dos caídas en su cuarto de la suite de Santa Marta. Una vez se golpeó con la mesa de luz -por lo que apareció con un hematoma en el mentón- y otra vez se lesionó un brazo. Estos episodios jamás le hicieron perder el humor.
Aunque en los últimos días de alarma mundial por su salud corrieron versiones no confirmadas de que había recibido la unción de los enfermos, los entendidos recuerdan que, en verdad, es una praxis normal entre los creyentes enfermos recibir este sacramento y que no se trata de la antigua extremaunción.