El campeón del mundo al que llora toda la Selección a tres años de la gesta en Qatar: sus inolvidables gestos

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Messi, junto a Omar Souto y su hijo Juan Cruz, quien fue utilero de la Selección y hoy trabaja en el Inter Miami

En medio de los festejos por la conquista del Mundial de Qatar 2022, una imagen pasó casi inadvertida. Entre la efervescencia, en la tarima donde se entregaron los premios, Lionel Messi estaba sentado junto a su pareja, Antonela Roccuzzo, mientras sus hijos, Thiago, Mateo y Ciro, revoloteaban alrededor. Omar Souto, histórico gerente de selecciones nacionales, habitante del predio de Ezeiza desde 1996; confidente y una especie de segundo padre para las estrellas de la Albiceleste, se arrimó al fogón. La escena duró varios minutos e irradiaba intimidad, sonrisas, años compartidos en el lodo y en la gloria. Abstraídos los protagonistas del impacto de la gesta que acababan de alcanzar cada uno en su rol, parecían estar en una sobremesa y no en el césped de un estadio Lusail en ebullición.

“Lo saludé, estaba con la señora y los hijos. Fue emocionante. Lo cargué y le dije: ‘Ahora, ya está, jubilate’”, contó Papúa, tal el cariñoso apodo que lo acompañó durante los 30 años en los que trabajó con la Selección. A tres años de la tercera estrella, de la hazaña en Qatar de La Scaloneta, no podrá escuchar el tintineo de las copas como seguramente lo harán todos los que aportaron para conseguir la ansiada conquista. Hace poco menos de un mes, a los 73 años, Souto falleció tras una enfermedad a la que le dio batalla sin abandonar su trabajo. Y la familia de la Albiceleste hoy siente que le falta una pieza vital en las evocaciones, por lo que significaba en el día a día.

Siempre estuviste presente y fuiste la persona que abrió el camino para que la AFA se fijara en mí. Un ser humano enorme, imposible de olvidar para todos los que tuvimos el privilegio de pasar por la Selección”, escribió Messi en sus redes sociales horas después de su partida. “Nunca te vamos a olvidar, Omar. Que descanses en paz”, completó. Y no fue un mensaje de ocasión, como tampoco lo fue el homenaje que la AFA le rindió en su segundo hogar, el predio de Ezeiza.

Los empleados, junto con los planteles de las selecciones mayor y Sub 20 femeninas, se reunieron en el círculo central de una de las canchas del predio e hicieron una suelta de globos celestes y blancos, que llevaron al cielo una camiseta con el dorsal Nº 10 y la inscripción “gracias, Omar”. Su legado es profundo, al punto que el apellido Souto se multiplicó por dos en el hito del Mundial: su hijo Juan Cruz fue utilero del plantel. Y hoy se mudó al Inter Miami, siguiendo al capitán de la Selección.

El homenaje a Souto que le hizo la AFA

“Jubilate”, le dijo a Messi en ese diálogo que fue un símbolo de la relación entre ambos. Algo parecido había acordado con Ángel Di María tras el desahogo de la Copa del Mundo. “Me dijo que si ganábamos nos retirábamos juntos, pero él sigue y yo también”, se divirtió Omar. Fideo colgó la casaca de la Selección tras otra vuelta olímpica en la Copa América 2024. Pero el gerente continuó. Continuó aunque le costara, a pesar de que la salud lo forzara a frenar. Su pasión siempre pudo más. Dejó de viajar tras ser diagnosticado, por un tiempo no pudo ir a Ezeiza, pero muchas veces se dializaba por la mañana y se marchaba a su oficina en el complejo. Oficina… Casi nunca estaba entre las cuatro paredes. Siempre se lo veía yendo y viniendo, inquieto. O disfrutando del “olor del pasto”, como alguna vez supo patentar Diego Maradona.

A lo largo de los años, se convirtió en uno de los principales defensores de sus “pollos”, los jugadores. A Messi fue uno de los que más respaldó, desde los inicios, incluso cuando arreciaban las críticas, la cruel comparación con su versión en el mejor Barcelona de la historia.

“Todos decían ‘no canta el himno, no canta el himno’. Y en realidad nadie escuchaba que en los torneos ponían la parte que no era la cantada. Ahora se cambió y, ¿vieron? Leo lo canta”, supo derrumbar un mito. “Él siempre quiso jugar para la Selección. Siempre. Cuando empezó a ganar, se ve todo”, remarcó.

Souto literalmente estuvo en la génesis del idilio de Messi con el combinado argentino. Si hasta fue el encargado de citarlo por primera vez, con el ingenio como bandera para contactarlo en los albores de Internet. Así lo narró en la biografía del astro escrita por Ariel Senosiain.

Foto de Papúa con Messi en el vestuario de Lusail, tras la conquista de la Copa del Mundo

“Me fui del predio de Ezeiza a un locutorio de Monte Grande. Pedí una guía telefónica de Rosario, sólo sabíamos que era rosarino. Arranqué la página donde estaban los números de los Messi, hice una llamada cualquiera a mi casa para justificar que había entrado y volví al predio a rastrearlo. A la primera que ubiqué fue a la abuela. La abuela de Lionel me pasó el contacto del tío. El tío, el del padre. Llamé al padre, me presenté y le dije que queríamos contar con su hijo, con el detalle de que le erré al nombre: siempre había escuchado que Leo es el apodo de los Leonardo”, le puso el sello a una anécdota espectacular.

Luego, el día que la Pulga traspasó el portón del predio, allí estaba, esperándolo. “¿Cómo no me voy a acordar? Llegó acompañado por el padre y el representante. Salió el preparador físico, que era (Gerardo) Salorio y le dijo: ‘Si no te cortás el pelo, no podés jugar’. Decí que no le hizo caso, ja. Tenía unas ganas de jugar para Argentina… Hablando con los dirigentes de España en Mundiales, se acercan y nos dicen: ‘Lo tentamos de todas las formas posibles, y nunca quiso aceptar jugar para nosotros’”, narró alguna vez en una entrevista con Infobae.

También podía jactarse de haber sido uno de los responsables de uno de los pocos sinsabores de Messi en su estadía en Doha. Es que, en paralelo al camino al olimpo, puertas adentro del búnker de Qatar University, las estrellas de la selección argentina se jugaron el honor en 40 cartas. Porque aunque suene a un pasatiempo en pos de fortalecer el espíritu colectivo de la delegación, los torneos de truco en la Albiceleste ya son leyenda. Y allí el equipo de Papúa derrotó al del capitán en la final.

Sí, el rosarino alzó la Copa del Mundo, ganó el Balón de Oro al mejor jugador de la competencia, pero resignó la corona como rey del truco que había obtenido en buena ley junto a Rodrigo de Paul y Leandro Paredes en las concentraciones durante la Copa América de Brasil. Con el agregado de que debió entregar el cetro (y el consecuente premio de 3600 dólares) en la definición.

Souto, Claudio Tapia, presidente de la AFA, y el administrativo Alberto Pernas, compusieron el trinomio ganador en una partida, según contaron, muy disputada. Los rumores marcan que Paredes, el cajero de las apuestas, demoró en la repartija. “No quería pagar, tenía pisada la caja”, le apuntaron en la intimidad.

El gerente muchas veces era blanco de las bromas. Y él las disfrutaba, las tomaba como una prueba del cariño que le prodigaban los futbolistas. Muchas de ellas se hicieron virales, como en la previa del Mundial de Rusia. En uno de los traslados del plantel en micro, Souto dormía con su cabeza apoyada contra un vidrio. Sergio Agüero y Di María lo advirtieron y les brotó la picardía. Munidos de sus teléfonos móviles para filmarlo, se acercaron y le gritaron: “¡Despertate, che!”. Y provocaron el sobresalto del veterano empleado, que terminó golpeándose la cabeza. El Kun era otra debilidad para Papúa.

“Siempre fue el más jodón, desde chico. Pero ganó dos Mundiales Sub 20. No hay que olvidarse de que después de Messi fue el que más impacto tuvo en Europa. Un fenómeno”, lo defendió hace un par de meses, también en una nota con este medio.

Su cercanía también empujó, por caso, a que Emiliano Martínez llegara a su clímax en la Selección, luego de años sin lograr asentarse en Europa para demostrar que su potencial no era un mito nacido en Ezeiza y en Independiente.

En medio de esa meseta, de su periplo a préstamo por varios clubes del Viejo Continente o como suplente en el Arsenal, Dibu lo llamó para pedirle entradas para él y su hermano con la intención de ir a ver un partido de la Albiceleste en el Monumental. “Yo te las doy, pero prometeme que la próxima vez no me vas a pedir entradas, te voy a ver como arquero de la Selección”, lo aguijoneó Souto. El día que fue citado, resultó la primera persona a la que el guardameta fue a abrazar.

Con todos tiene una historia, un gesto, una anécdota. En todos está Omar Souto, el campeón del mundo al que todos extrañan.

Foto tras la conquista de la Copa América de 2021. Souto, junto con Messi: uno más del plantel

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