El campeón de peso pesado de la UFC, Tom Aspinall, atraviesa un momento delicado en su carrera tras ser diagnosticado con el síndrome de Brown, una rara enfermedad ocular, luego de recibir un “piquete” accidental en el ojo durante su defensa del título ante Cyril Gane en el evento UFC 321 celebrado en Abu Dhabi en octubre. El diagnóstico, confirmado por el propio Aspinall a través de sus redes sociales, ha generado incertidumbre sobre su futuro inmediato en la competición y reavivado el debate sobre la seguridad en las artes marciales mixtas.
El enfrentamiento entre Aspinall y Gane, que marcó la primera defensa del título del británico tras heredar el cinturón de Jon Jones, terminó de forma inesperada. A los cuatro minutos del primer asalto, mientras Aspinall intentaba una patada, Gane lanzó un puñetazo y sus dedos ingresaron en el ojo del campeón. El incidente obligó a detener la pelea durante cinco minutos para la intervención médica. Aspinall le comunicó al médico: “No puedo ver”, mientras el especialista informaba al árbitro que no existía una preocupación inmediata sobre el globo ocular. Tras cuatro minutos de revisión, el combate se declaró “No Contest” (sin resultado), lo que generó críticas en redes sociales hacia el británico por no continuar la pelea.
Después de someterse a exámenes exhaustivos, Aspinall compartió en su cuenta de Instagram el informe médico que detalla la gravedad de su lesión. El diagnóstico reveló un traumatismo ocular bilateral significativo, con síntomas compatibles con el síndrome de Brown, una condición que limita el movimiento del ojo hacia arriba y hacia adentro y puede provocar episodios de diplopía (visión doble). El informe señala que el luchador experimenta “visión doble, movilidad ocular reducida, función visual disminuida y una pérdida de campo sustancial”. El documento médico advierte que, dependiendo de la evolución clínica, podrían ser necesarias inyecciones perioculares de esteroides o incluso una intervención quirúrgica si los síntomas persisten.
Aspinall ha manifestado su frustración y preocupación por la lesión y el desenlace del combate. En su canal de YouTube, el campeón explicó: “Tenemos que ver cómo va en las próximas semanas. De momento no estoy entrenando en el gimnasio. No estoy haciendo nada relacionado con las MMA. Sigo las órdenes del médico”. En una conversación con Daniel Cormier, ex campeón de la UFC y actual comentarista, el peleador expresó su descontento con la reacción del público y la decisión arbitral: “Todo ese entrenamiento para eso… ¿Qué demonios está haciendo? Ya le habían amonestado dos veces. ¡Lo volvió a hacer! ¿Cómo no lo descalificaron después de eso? La gente empezó a abuchearme como si fuera mi culpa. Me hicieron un piquete en el ojo, amigo. He estado entrenando durante 14 meses. Créeme, no quería que me metieran literalmente el nudillo del dedo en el ojo. Eso era lo último que quería”, declaró el británico. Además, reiteró su deseo de regresar al octágono para una revancha con Gane, pero solo cuando su estado de salud lo permita.
Por su parte, su contendiente negó cualquier intencionalidad en el golpe que provocó la lesión de Aspinall. En la rueda de prensa posterior al evento, el francés afirmó: “No lo hice a propósito. Sé lo que es recibir un golpe en el ojo, porque cuando luché contra Derrick Lewis, recibí un golpe en el ojo y estuve viendo a Derrick Lewis durante dos asaltos. Así que no voy a decir que es un mentiroso”.
El presidente de UFC, Dana White, declaró que la organización no puede obligar a un peleador a continuar si considera que su integridad está en juego. “No puedo forzar a nadie a pelear. Si alguien siente que está lesionado, tampoco puedo hacer que continúe. Solo Tom sabe lo que pasó. ¿Podía ver? ¿No podía ver? ¿Podía seguir? Solo él lo sabe”, subrayó. En medio de la polémica, el diagnóstico de Aspinall sumó preocupación.



