El peronismo sigue en shock, se reparte responsabilidades y advierte la necesidad de un cambio profundo

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En Fuerza Patria creen que varias causas para explicar la derrota del peronismo el 26 de octubre (REUTERS/Martin Cossarini)

La derrota electoral salpicó responsabilidades para todos lados. También dio lugar a análisis más detallados, en frío, después del shock que se vivió en la noche del domingo en La Plata. La necesidad de contestar preguntas simples emergió con el amanecer del primer día de la semana. Encontrar el porqué de la paliza, un mes y medio después del 7 de septiembre, cuando el peronismo bonaerense ganó la elección provincial por 13 puntos de diferencia sobre La Libertad Avanza (LLA). Aquel día donde todo olía a triunfo.

En las últimas horas de reflexiones cruzadas por los teléfonos, en Fuerza Patria encontraron múltiples causas sobre el resultado negro del último domingo. Todas vinculadas al contexto circunstancial de los comicios y los acuerdos políticos internos. Todas menos una, que es de fondo y que tiene que ver con una cuestión más conceptual.

En el kicillofismo consideran que el “desdoblamiento sirvió” y evitó que la ola violeta se “lleve puede los concejos deliberantes y la Legislatura”, como sucedió en elecciones de medio término anteriores. La decisión que en su momento tomó Axel Kicillof es defendida por todo el arco político que lo rodea. Siempre fue así, pero mucho más ahora que el sector referenciado en Cristina Kirchner le empezó pasar facturas, por lo que entienden que fue una decisión desacertada.

El adelantamiento de las elecciones bonaerenses volvió a estar en el centro de la interna peronista y los cruces públicos se reflotaron. Otra vez la misma historia. El estado de discusión volvió al punto cero. Al lugar donde había quedado freezado cuando se acordó una tregua y se empezó a negociar la unidad del esquema político para competir en las dos elecciones.

Axel Kicillof votando (Aglapalata)

“Los desdoblamientos no sirven. El peronismo es concebido como una fuerza nacional, con un discurso nacional y esta campaña estaba polarizada. Era imposible pensar que el factor local iba a modificar esta decisión», afirmó en una entrevista radial Teresa García, una de las voces cristinistas más potentes.

Del otro lado del mar salió a marcar la cancha el intendente de Ensenada, Mario Secco. “Es una barbaridad que nos quieran decir que nos borramos. Los que dicen eso, hay que preguntarles qué hicieron ellos. Yo no mezquiné nada en la campaña y otros lo único que hacen es hablar con los medios”, sostuvo, en referencia al rol de los jefes comunales en la elección del domingo, respecto a la provincial.

Las caras sobre el rol del desdoblamiento marcan una línea divisoria bien clara. Para algunos es una de las causas de la derrota, para otros no. Y, tal vez, es el punto neurálgico de los reproches que comenzaron a ver la luz, pero no de las razones más profundas que pueden explicar la caída abrupta del peronismo en la provincia.

Otro de los motivos que exponen en el PJ Bonaerense es el armado de la lista de candidatos a diputados. Sobre su integración hay muchas críticas por parte del peronismo alineado a Kicillof. Desde el momento que se conoció dejaron saber que no era una lista que podía cautivar al electorado y que le faltaba la representación de los intendentes.

En el peronismo hubo cuestionamientos respecto al festejo de CFK en el balcón (EFE/Matías Martin Campaya)

“Había que poner a un intendente de la Primera y a otro de la Tercera entre los primeros diez. A la lista le faltó representatividad. Son todos buenos compañeros, pero no tienen votos”, se quejó un importante intendente del Movimiento Derecho al Futuro (MDF). En el esquema de Kicillof no dudan al apuntar hacia Cristina y Máximo Kirchner como los responsables de la integración de la lista.

Resaltan que el acuerdo, atado con alambre, al que se llegó cuando se fundó Fuerza Patria, dejó en claro que Kicillof iba a tener más preponderancia sobre el armado de listas seccionales y, sobre todo, en las cabezas, mientras que la elección del 26 de octubre quedaba en manos del cristinismo. En ese sentido, recuerdan: “A nosotros nos correspondían cuatro lugares y nos dieron dos. No decidimos nada de esa lista”.

La cantidad de lugares tiene que ver con que cuatro de los legisladores salientes están vinculados al MDF. Sin embargo, Kicillof puso dos nombres, luego de que CFK lo llamara por teléfono para decirle que le quedaban esa cantidad de casilleros disponibles. Hugo Yasky (CTA) y Hugo Moyano hijo (CGT) se sumaron a la lista por el lado del Gobernador.

El primer candidato de la lista siempre fue un punto de conflicto. Nadie se hizo cargo de haber decidido que Jorge Taiana tenía que ser la cara visible de la lista y de la campaña. En el medio de las negociaciones turbulentas, Kicillof planteó que el nombre del candidato fuera alguien que sirviera como punto de encuentro, con el objetivo de evitar una fractura por la disputa del lugar. Entonces, acercó el nombre de Taiana como una opción posible. También puso como ejemplo al ex ministro de Trabajo Carlos Tomada. Un estilo de candidato. Hubo acuerdo en que fuera un nombre propio que se convierta en punto de unidad.

En el kicillofismo creen que hubo muchos dirigentes del cristinismo que no hubieron campaña (REUTERS/Martin Cossarini)

En base a ese movimiento, en el resto del peronismo bonaerense le cargan a su cuenta la decisión de llevar al ex canciller al vértice de la boleta. Kicillof repitió hacia adentro, varias veces, que fue una decisión consensuada y argumentó una parte de su decisión: “Si yo lo ponía a Carli (Bianco), se rompía todo”. Lo cierto es que la forma en la que quedó conformada la lista es uno de los factores contextuales que en el PJ creen que tuvo mucho que ver en el magro resultado.

En el peronismo, sin distinciones de tribus, también consideran que tuvo efecto lo que denominan como “la campaña del miedo”, que generó el Gobierno a través del “riesgo kuka” y la advertencia del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, sobre la decisión de no apoyar financieramente a la Argentina en el caso de que el oficialismo no gane las elecciones.

“Instalaron la idea de que si ganábamos nosotros, el país volaba por los aires el lunes. Subía el dólar, subía el riesgo país y se generaba una suerte de inestabilidad fuerte en la gestión. Esa idea entró en la gente. Fue un acierto del Gobierno en términos de estrategia electoral”, planteó un peronista ortodoxo, de larga trayectoria en la fuerza política.

El gobierno de Milei apostó al contraste del pasado con el presente, dejando en el aire la interpretación de que este presente, aunque muchos estén disgustados, es mejor que ese pasado que quedó anclado en los comicios presidenciales del 2023. En el peronismo asumen que esa idea también entró bien en la gente y que, en gran medida, hay una parte del rechazo que está asociado a lo que fue el fracaso del gobierno del Alberto Fernández.

Cristina Kirchner y Axel Kicillof serán protagonistas de una discusión de poder que aparece, nuevamente, en el horizonte del peronismo

“Fuimos a proponerle a la gente que vuelva a elegir el fracaso del 2023 porque la culpa siempre es del otro. Lo corro a Alberto, pero te ofrezco lo mismo. Te vuelvo a ofrecer el Frente de Todos. Y la gente dijo que no. Que eso ya no”, fue la sentencia de un funcionario de confianza de Kicillof, en las primeras horas posteriores al recuento de voto.

En La Plata tienen una mirada muy crítica sobre lo que fue la estrategia nacional de la elección. “Si no podemos entender qué le pasa al votante de Córdoba, Mendoza, Santa Fe y Entre Ríos, no vamos a ganar nunca más. La estrategia de octubre falló”, fue la sentencia que salió del corazón de la gobernación.

El mandatario bonaerense hace tiempo que viene diciendo en público que el peronismo debe hacer una autocrítica mucho más profunda sobre los errores que tuvo la anterior gestión. La debilidad de la alianza, las trabas incesantes de la gestión, las internas a cielo abierto, la coordinación y la toma de decisiones dentro de una coalición que está en el poder. Después de la elección sigue pensando lo mismo.

Esa discusión sin saldar va de la mano de uno de los debates conceptuales más importantes que el peronismo se debe. ¿A quién representan? ¿Qué modelo de país representan? ¿Y quiénes lo representan? En esa instancia, son cada vez más los dirigentes que creen el peronismo debe cerrar el ciclo kirchnerista que, al día de hoy, está encarnado en la influencia que sigue teniendo CFK en las decisiones de la alianza.

La gran incógnita es cómo hacerlo. Nadie se corre de su lugar de poder. Es un proceso político, con resultados, decisiones y gestos simbólicos que se acumulan a lo largo del tiempo. Para esa tarea muchos ven en Kicillof, al encargado de llevar adelante un quiebre más marcado con la etapa de la que él mismo fue un actor preponderante. Kicillof, inevitablemente, cargará con la presión de encabezar ese proceso político.

En el peronismo creen que la ausencia de los intendentes en la boleta también influyó en el resultado negativo

Otra de las causas que encuentran para explicar la derrota es la ausencia de los intendentes en la propuesta electoral. Al votarse con la boleta única papel y solo los cargos nacionales, los ciudadanos no tuvieron en el cuarto oscuro las caras que asocian a la gestión que aprueban. En la elección de septiembre muchos intendentes fueron candidatos testimoniales y traccionaron votos en el territorio. Ese elemento político no estuvo presente el último domingo.

El peronismo ingresó en una etapa donde debe empezar a desarrollar una autocrítica extensa e intensa para poder llegar a conclusiones sobre por qué la gente no los eligió como primera opción en la mayor parte del país. “Hay que volver a enamorar. Y no va a ser fácil”, se animó a decir un peronista romántico en el medio de una batahola de reproches. El desafío es gigante.

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