En la antesala del Congreso del PJ, crece la tensión en el peronismo y permanece el fantasma de la ruptura

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El peronismo de la provincia de Buenos Aires está inmerso en un conflicto de poder que dejará muchos heridos

Mañana, en Merlo, la dirigencia del peronismo bonaerense se encontrará en el Congreso del PJ provincial, que será liderado por su presidente, Máximo Kirchner, y que tendrá como principal objetivo acordar que el partido autorice una nueva alianza para presentar un frente electoral de unidad el 9 de julio.

Si no sucede nada extraño, el congreso debería ser una formalidad. Una conversación previa para llegar con un preacuerdo sobre lo que va a suceder, manos arribas para votar afirmativamente la petición y final del día. No mucho más.

El margen para que suceda otra cosa tiene que ver con la posibilidad de que algún congresal pida la palabra, confronte con las posturas del cristinismo o el kicillofismo en la interna que se está desarrollando hace un año y medio, y que lo que debería ser un trámite partidario, se convierta en un nuevo foco de conflicto.

Los niveles de tensión son tan altos en todas las tribus del peronismo bonaerense que nadie descarta que ese estilo de cruces puedan tener lugar. “Está muy difícil el panorama. Muy complejo la negociación para un acuerdo, pero todavía falta”, asumió un intendente del Movimiento Derecho al Futuro (MDF). No hay clima para cerrar la unidad.

En el Movimiento Derecho al Futuro muchos intendentes temen que las negociaciones terminen con una ruptura del peronismo bonaerense

Tanto en el cristinismo como en el kicillofismo hay una certeza que comparten: es imposible lograr una unidad política. En el mejor de los casos, tal vez lleguen a algún tipo de acuerdo de fondo en el camino hacia el 2027, cuando tengan que enfrentar las elecciones presidenciales. Armar un proyecto común, coincidir en un plan de acción, alinear voluntades sobre cómo defender a los principales referentes del espacio y tener una línea de comunicación clara y concisa. Todo eso es imposible en este momento. El acuerdo que se trabaja ahora es puramente circunstancial.

Hay diferencias irreconciliables. En el camporismo creen que si el peronismo pierde las elecciones bonaerenses del 7 de septiembre, Kicillof los va a responsabilizar a ellos. “Se va a poner en víctima y va a empezar a decir que nosotros le pusimos trabas. La culpa de todo siempre la tiene La Cámpora”, aseguró un importante dirigente de ese espacio. Le siguen reprochando el desdoblamiento y auguran un final negativo.

En el MDF los intendentes conviven con la idea de una posible ruptura. El fantasma sobrevuela todo el tiempo. En los últimos días, varios de ellos que estuvieron en La Plata se volvieron a sus municipios con la sensación de que será muy difícil alcanzar un acuerdo para cerrar las listas. “Todo está muy trabajo y la reunión entre Axel, Massa y Máximo no termino bien”, sostuvo un dirigente importante dentro de la estructura del kicillofismo. Hay dudas e hipótesis por doquier.

“Solo hay una forma de que esto se rompa y es que Cristina se canse de todo este lío y mande a armar listas separadas de Axel. Que golpee ella primero. Ahí estaríamos frente a un problema”, admitió un intendente con larga trayectoria en el conurbano bonaerense. Esa posibilidad no está en línea con los reiterados pedidos de CFK a sus interlocutores para que se trabaje, aún en un clima hostil, en un acuerdo de unidad.

En la agrupación de Máximo Kirchner desbloquearon un nivel más en la confrontación con el Gobernador. Hay muchos desencantados y enojados. Eso no cambia con el paso del tiempo. Todo lo contrario. “No existe Axel sin Cristina. Si ella un día decide desconocerlo en público, decir que ya no tiene nada que ver con él, Kicillof se queda sin todos los votos que cree tener”, sentenció un dirigente fuerte del armado camporista.

Máximo Kirchner negocia en nombre de CFK los intereses y lugares del cristinismo

Las arterias del peronismo bonaerense están llenas de dirigentes hartos de Axel Kicillof y Máximo Kirchner. Están los que creen que el Gobernador se victimiza y los que están convencidos de que el hijo de CFK rompe todo lo que toca. Si existe alguna posibilidad de lograr un acuerdo, tiene que ver con la necesidad de ser competitivos en la elección. Tal como están ahora, la mayoría asume una derrota con anticipación. Entonces, para evitarlo o, en el mejor de los casos, para dar un batacazo, la unidad forzada es la única opción.

A diferencia del 2019, donde toda la dirigencia trabajaba en un armado político de coalición que hiciera que el peronismo vuelva al poder, en esta etapa de negociaciones electorales, nadie ve con claridad los deseos unificadores de los otros. Todo lo contrario. Se acusan, unos a otros, de poner piedras en el camino o de tener segundas intenciones detrás de cada palabra, de cada comportamiento.

Un día menos para el momento de las definiciones de fondo. Un día menos de interna y discusiones que desgastan, degradan y alejan de la realidad de la gente al espacio más importante de la oposición.

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