La cuadra que eligió CFK para cumplir su condena: 275.000 dólares para vivir bajo su balcón y baño “a la gorra” para la militancia

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Cristina Fernández de Kirchner en el balcón de su departamento de Constitución. Sus abogados ya solicitaron que pueda cumplir allí su condena a seis años de prisión. REUTERS/Cristina Sille

No es la primera vez que el centro de la política argentina es un balcón. El más frecuente es el de la Casa Rosada. Desde allí le habló a la multitud Juan Domingo Perón el 17 de octubre de 1945, tras su liberación el día que se transformaría en la fundación espontánea del movimiento que se construiría alrededor de su figura y la de Evita.

Pero por estos días el balcón al que mira la política -y la sociedad argentina- es otro: el del segundo piso de San José 1111, en el barrio de Constitución. Allí vive la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner y allí solicitó cumplir con los seis años de prisión a los que fue condenada en la causa Vialidad, fallo que fue ratificado por la Corte Suprema este martes y que también la inhabilita a perpetuidad para ejercer cargos públicos.

El departamento está en la familia desde 2015, cuando se instaló allí Florencia Kirchner unos meses después del nacimiento de su hija Helena. Había pertenecido a Jorge Coscia, ex secretario de Cultura durante el kirchnerismo, y es ahora el domicilio que los abogados defensores de Cristina indicaron como el elegido para que la ex Presidenta cumpla su condena. Por ser mayor de 70 años -tiene 72-, tiene derecho a solicitar la prisión domiciliaria.

Son días distintos en la esquina de San José y Humberto 1º. Este martes, mientras Cristina esperaba la decisión de la Corte en la sede del Partido Justicialista de la calle Matheu junto a su círculo más íntimo y varios dirigentes del peronismo, algunos de sus seguidores empezaban a concentrarse allí.

Las paredes cercanas al departamento se llenaron de graffitis frescos. La sigla

La concentración se volvió más masiva horas después, cuando la ex Presidenta regresó al departamento y saludó desde su balcón a quienes habían ido a “hacerle el aguante”. Este miércoles, desde ese balcón enfocado por decenas de cámaras de televisión durante todo el día y mirado por cientos de militantes, Cristina volvió a saludar a los suyos.

La cuadra da cuenta de que ahí están pasando cosas fuera de la rutina. En la puerta del edificio, además de los custodios de Cristina, se concentran militantes que, en la primera noche de vigilia, se acurrucaron en frazadas, bolsas de dormir, reposeras, banquitos plegables o sentados contra una pared.

Frente a la puerta de entrada del edificio en el que pasa sus horas Cristina hay un taller de carpintería. No siempre tienen la reja abierta, pero colgaron un cartel sobre la puerta que da cuenta de que son horas extraordinarias en San José al 1100. Dice “Baño a voluntad”.

El baño que habitualmente se reserva a los carpinteros es ahora una opción para cientos de vegijas que pasan varias horas sobre esas veredas. El mecanismo es sencillo: el baño está disponible, pero mejor si es a cambio de una propina.

Sobre la puerta de un taller de carpintería, un cartel ofrece

Las paredes de las cuadras que rodean el departamento de la ex Presidenta tienen graffitis frescos. Algunos dicen “Cristina libre” o “Siempre con Cristina”, pero la mayoría dicen “CFK” y, justo debajo, “V”. Es exactamente la misma fórmula que se pintaba en los años de proscripción del peronismo, tras la autoproclamada Revolución Libertadora. Una “P” justo encima de una “V” para decir “Perón vuelve”.

Por estas horas, dicen las paredes de Constitución, la que “vuelve” es Cristina. Es, también, una simbología detrás de la que hay una interpretación: quienes la estampan leen, tal como la ex Presidenta, que la condena judicial se trata finalmente de una proscripción que llega apenas después de que anunciara su candidatura como diputada provincial de la Tercera Sección electoral.

En San José y San Juan, a menos de cien metros del edificio en el que vive Cristina, hay una estación de servicio. Recargar el termo con agua caliente cuesta 500 pesos y es de lo más demandado en horas de militancia callejera.

A las heladeras mostrador les queda poca comida: quienes llegan hasta esa cuadra dispuestos a pasar el día y tal vez la noche dejaron en offside cualquier cálculo de stock en ese local acostumbrado a despachar café y los diarios de la mañana a los taxistas que cargan GNC, y no una estadía gastronómica larga a quienes se acercan a “bancar” a Cristina.

Pero una cosa es pasar algunas horas, el día o la noche en esa cuadra, al calor de algún mate, algún vino o alrededor de un fueguito que se apaga apenas empieza a clarear y el barrio se puebla de chicos que van a la escuela y grandes que salen a trabajar. Y otra cosa bien distinta es pasar la vida en esa cuadra. Justo debajo del balcón al que ahora mira la Argentina.

Debajo del departamento de Cristina se venden dos propiedades del mismo edificio. Van de los 265.000 a los 275.000 dólares

Pasar la vida debajo de ese balcón tiene precio: hay por lo menos dos departamentos en venta en el primer piso del edificio de San José 1111. A los dos se les ve, respectivamente, el cartel de cada una de las inmobiliarias que los ofrece.

Según las publicaciones en distintos sitios web inmobiliarios -como ZonaProp y ArgenProp-, los precios de esos dos departamentos van de los 265.000 a los 275.000 dólares.

Uno de ellos, de 6 ambientes y de 111 metros cuadrados cubiertos, se ofrece a 265.000 dólares. En la descripción, asegura que se trata de un edificio de 100 años de antigüedad -se trata de una construcción de estilo-, que los pisos son de pinotea y que los techos alcanzan casi los 5 metros de altura.

El otro, que da justo a la esquina de San José y Humberto 1º, es aún más grande. Pero la publicación da otro dato de antigüedad: 80 años. Tiene 8 ambientes y 191 metros cuadrados. Paga, según asegura ArgenProp, 175.000 pesos de expensas y comprarlo cuesta 275.000 dólares. Lo de la pinotea se repite, así como los techos altos. Y en este caso, describe el sitio web, hay dos patios privados.

Quienes se muden allí serán, en caso de confirmarse la prisión domiciliaria en ese domicilio, vecinos de Cristina Fernández de Kirchner. Y, es imposible saber hasta cuándo, vecinos también de los militantes que se acercan en tandas y a pasar varias horas debajo de ese balcón que ya está convertido en una postal de la historia política argentina reciente.

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