Manifestantes que responden a Hugo Moyano y su hijo Pablo se enfrentaron en la calle durante la marcha por el Hospital Garrahan. Aunque los hechos se produjeron el 17 de julio pasado, recién ahora pudieron confirmarse porque había un pacto de silencio que se rompió e incluso se menciona que en las refriegas hubo un apuñalado y que dispararon contra la casa de uno de los cabecillas de los dos sectores internos del Sindicato de Camioneros.
Fuentes de la Policía de la Ciudad aseguraron a Infobae que no existe ningún registro oficial de heridos por alguna pelea que se produjera el día de la marcha ni tampoco una denuncia por el atentado contra el dirigente.
Pero en el ambiente camionero es un secreto a voces que la pelea entre Hugo y Pablo escaló tanto que finalmente se tradujo en un episodio de violencia entre activistas de ambos bandos. Incluso fuentes sindicales confirmaron a Infobae que hubo disparos en una casa contigua a la de un dirigente alineado con Hugo Moyano, ubicada en el conurbano bonaerense, pero aclararon que se trató de “una confusión” porque los agresores, en realidad, querían “hacerle una advertencia a un vecino”.
El día que marcharon por el Garrahan, ni Hugo Moyano ni Pablo estuvieron presentes, algo que podría haber propiciado el descontrol de sus simpatizantes. La violencia incluyó la persecución de un delegado que es fiel a Hugo por parte de varios manifestantes alineados con Pablo, que estuvieron a punto de pegarle. Lo salvó un alto jefe sindical que tuvo que intervenir para impedirlo.
En materia de enfrentamientos callejeros entre los dos bandos, existió un antecedente que pasó inadvertido: también hubo piñas y palazos entre “huguistas” y “pablistas” el 19 de septiembre de 2023, durante la movilización hacia el Congreso en favor del proyecto para eliminar el Impuesto a las Ganancias que impulsó el entonces ministro de Economía, Sergio Massa, en el gobierno de Alberto Fernández.
En ese momento, Pablo Moyano integraba el triunvirato de la CGT y cada vez que podía se diferenciaba de Hugo, líder de Camioneros, con guiños hacia el kirchnerismo y críticas contra Alberto Fernández, que era amigo de su papá.
Ahora, la batalla campal entre los dos bandos se dio en un contexto distinto del sindicato. Pablo Moyano renunció a la CGT, dejó de ir a sus oficinas de secretario adjunto de Camioneros y se dedica casi exclusivamente a la actividad futbolística como presidente del Club Atlético Social y Deportivo Camioneros, que juega en Primera C. Hugo, por su parte, reemplazó a su hijo en la CGT con un dirigente de confianza como Octavio Argüello y él mismo se sumó a la mesa chica cegetista, mientras fue apartando a dirigentes de distintas ramas que respondían a su hijo.
La decisión de Pablo Moyano de apartarse de la tarea cotidiana en el sindicato hizo que la abrumadora mayoría de los dirigentes de Camioneros se alineara fielmente con Hugo, aunque hay todavía un núcleo de resistencia de quienes responden de manera disciplinada a su hijo.
Donde hubo fisuras profundas fue en la rama de Recolección de residuos de Camioneros, uno de los enclaves del poder moyanista en el sindicato, donde todavía no se superaron los graves hechos de noviembre pasado, cuando trabajadores de recolección de residuos de la ciudad de Buenos Aires hicieron asambleas en algunas empresas, sin el aval de los delegados, para protestar a los gritos y entre insultos (como “Pablito traidor”) por el acuerdo alcanzado entre Hugo Moyano y el gobierno porteño por el cual no se pagaron indemnizaciones a los 6.000 empleados del sector.
Mientras algunos fieles “pablistas” deslizaron que ese episodio fue “promovido” por Hugo para dejarlo mal parado a su hijo en la interna del gremio, cerca del líder de Camioneros se quejaron de que los problemas comenzaron cuando Pablo aseguró en junio de 2024, sin el aval de su padre, que “en octubre, cuando se termine el contrato de la recolección, las empresas de la ciudad de Buenos Aires van a tener que pagar la indemnización”.
Luego de la rebelión de los camioneros porteños, nada casualmente, Hugo Moyano se abrazó al ala dialoguista de la CGT y desautorizó a su hijo, por entonces cotitular cegetista, que promovía una movilización contra el Gobierno que impulsaba el sindicalismo kirchnerista.
La renuncia de Pablo a la CGT amortiguó la interna de Camioneros, pero no la resolvió. Sobre todo porque el díscolo hijo no se privó de desafiar a su padre, por ejemplo cuando visitó a Cristina Kirchner en su departamento apenas se conoció su condena por hechos de corrupción. Tres días después, ante sus colegas de la mesa chica de la CGT, Hugo Moyano despotricó contra Cristina Kirchner y La Cámpora y dejó una frase punzante que dejó al desnudo una vez más la pelea familiar: “Como ustedes saben, alguien de mi familia visitó a Cristina. Imagínense cómo nos cayó. Pablo la fue a visitar y a mí ni me llamó por el Día del Padre”.
Ninguno dijo nada sobre este nuevo capítulo de su pelea, pero Pablo publicó un sugestivo video en las redes el 1° de junio, luego de que su equipo venció a Victoriano Arenas: “Sigo en el gremio, como siempre, defendiendo a los trabajadores. Algunos dijeron que me iba a dedicar solo al fútbol, pero la lucha no se abandona”.
Desde entonces, la guerra entre padre e hijo se mantuvo por debajo del radar e incluso entregó una imagen que dio pie a especulaciones sobre una reconciliación el 9 de julio pasado, cuando Hugo y Pablo se mostraron juntos en Plaza Constitución durante las ollas populares organizadas por el ala dura del sindicalismo, liderada por la Confederación Argentina de Trabajadores del Transporte (CATT), como expresión de protesta contra el Gobierno.
Sin embargo, lo cierto es que ambos coincidieron poco después del mediodía donde estaban otros representantes de Camioneros y se abrazaron sonrientes, pero no compartieron juntos la actividad. Tras saludarse con cierta frialdad para las fotos, cada uno se fue rápidamente para encontrarse con sus dirigentes más cercanos.
El último desencuentro de padre e hijo fue durante la marcha de San Cayetano del 7 de agosto pasado. Primero Pablo convocó a movilizarse desde un video, dando toda la sensación de que iba a salir a la calle, pero ese día sólo estuvo Hugo al frente de la columna de Camioneros.
Pablo Moyano había estado el 5 y 6 de este mes en Brasil para participar de un encuentro regional de la Federación Internacional de Trabajadores del Transporte (ITF), por lo que podría haber llegado a tiempo para sumarse a la movilización. ¿No quiso cruzarse con su padre?
El líder de Camioneros está obsesionado ahora con lograr el ascenso de otros de sus hijos: con el aval de la CGT, logró que Hugo Antonio Moyano, abogado laboralista y secretario de Coordinación de Asuntos Jurídicos de la Federación de Trabajadores Camioneros, sea noveno candidato a diputado nacional por la provincia de Buenos Aires en las elecciones de octubre, propuesto por Axel Kicillof, y busca que en la futura conducción cegetista, que se elegirá el 6 de noviembre, Jerónimo Moyano, el menor del clan, sea elegido secretario de la Juventud.
Mientras, como anticipó Infobae, debe lidiar con otra dura interna en la Federación Nacional de Trabajadores Camioneros con su secretario adjunto, Jorge Taboada, quien, según fuentes gremiales, quedó herido porque su jefe sindical no lo eligió a él sino a Argüello para ir al triunvirato de la CGT en reemplazo de Pablo.
Taboada, titular del Sindicato de Camioneros de Chubut, viajó semanas después en nombre de la federación a reuniones con colegas en Córdoba y Corrientes, donde surgieron algunas críticas a Moyano por los “bajos aumentos salariales” firmados y porque siempre prioriza a sus hijos en el armado político y sindical en desmedro de otros dirigentes de su organización.
Pero Hugo Moyano, quien no fue a esos encuentros, se habría enterado de lo que hablaron y tuvo una fuerte discusión con Taboada, cargada de reproches cruzados.
La grieta entre los dos adquiere mucha más importancia porque en diciembre deberá hacerse el congreso nacional para renovar las autoridades de la federación hasta 2029. Taboada fue el elegido por Moyano para reemplazarlo allí a Pablo en diciembre de 2021, en el comienzo de la disputa familiar. ¿Hugo le ratificará la confianza para seguir secundándolo? Lo único cierto es que el imperio moyanista sigue mostrando grietas, con enfrentamientos entre sus líderes y, mucho peor, con hechos de violencia que pueden terminar muy mal.