Una valoración de una estrella publicada en Google se convirtió en el eje de un enfrentamiento digital entre un supuesto cliente y un despacho madrileño, en España. Enrique, quien intentó ser atendido por la abogada titular del estudio, Diana, manifestó su inconformidad tras no haber sido conectado directamente con ella en el momento de su llamada.
En su mensaje, escribió: “Salgan corriendo de este despacho”. Y criticó que “hoy agarra el teléfono un personaje, por decir algo, si no haces lo que quiere te dice por tercera vez, si le contestas te cuelga el teléfono”.
La reseña fue rematada con una advertencia para otros usuarios: “Salgan corriendo de aquí a otro despacho, será mejor por bien de ustedes, gracias”, sugiriendo no sólo una mala experiencia, sino una recomendación explícita de evitar dicho servicio legal.
Este tipo de reseñas en línea, particularmente cuando son tan contundentes y se hacen de manera pública, suelen impactar la imagen de los estudios jurídicos pequeños o medianos, al quedar registrados de forma visible en buscadores y plataformas de reseñas.
Frente a la reseña crítica difundida por Enrique, Diana, fundadora del despacho en cuestión y figura activa en TikTok bajo el usuario @atilalegal, decidió responder con una explicación detallada que se volvió tan comentada como la queja original.
Su intervención no se limitó a una simple defensa, sino que buscó esclarecer con precisión lo sucedido durante la llamada que provocó el conflicto.
Según el relato de Diana, quien ofició de portavoz del estudio, fue su compañero Sergio quien atendió inicialmente el teléfono. Enrique solicitó de inmediato hablar directamente con ella, pero le informaron que en ese momento estaba ocupada con otros asuntos laborales. Luego, Nacho tomó el relevo en la llamada y repitió el mensaje: que ella no podía atenderlo y que él podía ayudar en su lugar.
La insistencia del cliente fue notoria: “No, no, tiene que ser con Diana”, citó ella en su video, enfatizando que, a pesar de la reiteración de que no estaba disponible, Enrique no aceptó continuar el diálogo con otro miembro del equipo.
Ante esta negativa, Nacho le habría dicho: “Lo mismo que te va a decir Diana, te lo voy a decir yo”, a lo que Enrique habría respondido con tono elevado y, finalmente, colgando la llamada.
Diana concluyó su respuesta con un mensaje que apeló a la lógica organizativa de su lugar de trabajo: “Como es mi despacho, evidentemente lo gestionamos como mejor me parece a mí”. Reforzó que tanto ella como sus compañeros están calificados para atender consultas legales y que resulta inviable que ella atienda todas las llamadas de forma directa.
La defensa del funcionamiento interno del despacho
En su respuesta, Diana aprovechó la ocasión no solo para replicar la reseña, sino para explicar cómo suelen operar. Subrayó que, al tratarse de un estudio jurídico con alta carga de trabajo, las llamadas entrantes pueden ser atendidas indistintamente por diferentes miembros del equipo, y no siempre por ella.
“Cuando llamas, muchas veces agarro el teléfono yo, otras veces Sergio, otras veces Nacho”, aclaró.
Según su postura, esta organización no es una casualidad ni una falla operativa, sino una necesidad derivada de la dinámica propia del despacho. Remarcó que su equipo está plenamente capacitado: “Todas las personas de mi equipo son personas que conocen la Ley de Segunda Oportunidad al milímetro”.
Con ello intentó legitimar no solo la intervención de sus colaboradores en la atención a clientes, sino también el criterio de que estos puedan gestionar consultas de forma autónoma, sin depender de su presencia directa.
Crítica al comportamiento del cliente
Más allá de defender su modelo de atención y a los miembros de su equipo, Diana aprovechó su intervención pública para cuestionar directamente la actitud de Enrique durante la llamada. Según su reconstrucción de los hechos, el cliente mostró una falta de respeto desde el inicio al exigir hablar exclusivamente con ella y desestimar cualquier intento de ayuda por parte de sus colaboradores.
Narró que, ante la negativa de pasarle directamente con ella, Enrique alzó el tono y manifestó: “Acá es lo que yo diga, no lo que digan ustedes”, actitud que fue interpretada por el despacho como autoritaria e inapropiada.
En ese sentido, Diana puntualizó que nadie externo al estudio puede dictar cómo se organiza internamente: “En ningún caso nadie de fuera va a venir al despacho a decirme cómo gestionar a mi equipo”.
La abogada remarcó además valores que considera esenciales para cualquier interacción profesional, al afirmar que los interlocutores deberían ser “educados, respetuosos y entender cómo funciona una empresa”.