Arden Teslas, arden Waymos: por qué incendiar coches inteligentes es ya el símbolo de una época

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Un hombre enmascarado, musculoso, desafiante, que ondea una bandera de México sobre un coche destrozado junto a otros en llamas. A Elon Musk no le gusta lo que ve en Los Ángeles. “Esto no está bien”, ha tuiteado al compartir la imagen más icónica de las protestas californianas contra las redadas trumpistas para capturar inmigrantes. La violencia no da la razón, pero da visibilidad: es el mismo debate cada vez que una protesta tiene ramificaciones violentas.

El tuit de Elon Musk tras las protestas en Los Angeles en las que incendiaron un auto autónomo

A Musk, probablemente, lo que más le molesta es la enseña mexicana, pero lo más llamativo, lo verdaderamente icónico, es el coche: un robotaxi de Waymo, una filial de Google que cuenta con una flotilla de coches sin conductor que navegan las calles con ayuda de la inteligencia artificial (IA). Los vándalos los invocaron uno a uno por la app, como quien pide una barricada móvil, y los iban alineando detrás del anterior para luego destrozarlos.

Cuando quieres liarla parda y generar un buen alboroto, este tipo de vehículo es perfecto: no tiene conductor que se pueda sentir intimidado, se coloca donde se lo pidas y arde de una forma muy salvaje. “Cuando un vehículo eléctrico se quema, la física cambia. Ya no estás luchando contra un charco de gasolina en el asfalto; estás luchando contra una batería de óxido metálico de alta densidad energética”, explican en Scientific American.

En las protestas en Los Angeles, llamaban a los robotaxi Waymo con la app de contratación y los iban quemando (Photo by RINGO CHIU / AFP)

En las protestas por la muerte de George Floyd, en 2020, se quemaron y destrozaron coches patrulla policiales. Hoy, frente a la deriva autoritaria de Donald Trump, las víctimas son los autos inteligentes. Primero fueron los Tesla de Musk, cuando el hombre más rico del mundo empezó a diezmar los recursos del Estado. Ahora queman los vehículos autónomos de Google, que tuvo que retirarlos del servicio para impedir que siguieran cayendo como fósforos. La gente se ha dado cuenta de que el nuevo símbolo del abuso de poder, del tecnoautoritarismo que Trump está desatando contra la ciudadanía, son las grandes compañías de Silicon Valley, no los policías. Y como las herramientas tecnológicas que se están desplegando para cercenar derechos fundamentales en EE.UU. se prueban primero y con más fuerza contra los inmigrantes, es lógico que el rechazo al capitalismo de vigilancia y sus aparatos esté muy presente en una protesta contra la política de acoso a los extranjeros.

Los robotaxis son objetos ideales de vandalismo: vienen a pedido de una app, no tienen chofer que se defienda, son caros, y son un símbolo del impacto que la tecnología tiene en la socidad (Photo by MARIO TAMA / GETTY IMAGES NORTH AMERICA / Getty Images via AFP)

La IA (y la vigilancia) detrás de las cámaras del auto

“Waymo insiste en que las protestas no están relacionadas con su servicio, pero parece claro que los robotaxis representan un cambio con el que mucha gente no está contenta”, escriben en el medio especializado The Verge. Esos coches ya han generado muchos problemas desde que se desplegaron por la ciudad hace solo 7 meses, pero hay un factor decisivo aquí: las cámaras. Las necesitan para orientarse sin conductor, pero terminan grabando su entorno circundante y almacenando las imágenes. Y se sabe que la compañía comparte esas imágenes con las autoridades, incluido el Departamento de Policía de Los Ángeles. En esta guerra, los aparatos con cámaras son colaboracionistas. Los periodistas presentes en los disturbios cuentan que se los menciona como “coches espía”. “Cuando ayer pregunté a algunos manifestantes en el terreno por qué pensaban que se incendiaban los Waymos, me dijeron que los autos ‘espían’ a la gente y podrían estar grabando imágenes de las protestas. Todavía no sabemos exactamente quién prendió fuego a los coches o por qué, pero está claro que más gente percibe los Waymos como una extensión de la infraestructura de vigilancia policial”, explica la periodista especializada Taylor Lorenz.

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